Un día charlando con una amiga, se sinceró y explicó sus largas monólogos con la máquina, el único de la familia que le escuchaba siempre.
Su familia comenzó a preocuparse cuando en respuesta a una encuesta del censo, ella había incluido en el apartado "animales de compañía" a la máquina de aspirar. Intentaron convencerla por todos los medios pero no hubo manera. No cedió.
La situación empeoró cuando comenzó a negarse a salir con las amigas o los viernes al cine con su marido, y en su lugar buscaba la excusa de la limpieza de la casa para encender el electrodoméstico y empezar su monólogo con él.
Al poco tiempo, en casa no había quien parara, el aspirador rugía todo el día de aquí para allá. La convencieron y la llevaron al médico de familia, de allí al psicólogo y de allí al psiquiatra que no pudo hacer gran cosa. No respondió a tratamiento alguno. Mientras, la familia deambulaba por la casa con tapones para los oídos y cascos disuasorios.
El primero en desertar fue el abuelo, estaba muy sordo, pero se puso enfermo de los nervios viendo a su nuera en ese trajín , así que buscó una Residencia soleada y se fue de la casa familiar. El hijo mayor fue el siguiente en desfilar, se fue a vivir con su novia, menos por ella que por dejar atrás ese ruido ensordecedor. El hijo pequeño pidió una beca en el extranjero y derrotado se fue sin fecha de vuelta. El marido, solo ante el peligro, decidió que se merecía otra oportunidad con una compañera de la oficina que hacía tiempo que le hacía ojitos, así que un buen día y después de una breve explicación, cogió sus cosas y se marchó.
Cuando la mujer vio a su marido salir con las maletas y cerrar la puerta tras él, recorrió la casa vacía arrastrando tras ella el aspirador rugiente . Llegó a la cocina, abrió la puerta del escobero, apagó el aspirador, enrolló el cable y lo metió dentro. Salió al salón, se sentó en un butacón y en un susurro se dijo: ¡al fin, sola¡.
Cuando la mujer vio a su marido salir con las maletas y cerrar la puerta tras él, recorrió la casa vacía arrastrando tras ella el aspirador rugiente . Llegó a la cocina, abrió la puerta del escobero, apagó el aspirador, enrolló el cable y lo metió dentro. Salió al salón, se sentó en un butacón y en un susurro se dijo: ¡al fin, sola¡.
11 comentarios:
muy bueno este, sí señora, muy bueno!!!
si, muy divertido. que boronetta!!
El aspirador no se merecía este trágico final;
Como no se lo merecería un ordenador, una bicicleta, unas botas de treking, un carnet de socio del Barça, un despacho por la tarde y noche, un pase al gimnasio, un reclinatorio de la parroquia, o una virgen inmaculada, una barra del bar, o una cerveza tras otra, ni un abono de ópera, ni tantos y tantos libros, o el dominical del país y todas las editoriales, ni la televisión o el cine, ...
Bueno que me tengo que ir
Holaa, Pilar: Te conocía por tus asiduos comentarios a "In fernem Land", pero no sabía que tenías blog, por lo que mi co-blogger (¿se dirá, por ese afán de mostrarse políticamente correctos, "co-bloggera?) :) te hemos enlazado en "La samfaina".
Divertidísimo el relato!!!
Assur (el completito) ;)
Kundry, "armas de mujer".
Enric, caramba¡ que bien contar contigo por aquí.
Me alegro señores todos que os haya divertido, pero tiene su enjundia ¿no?
Efectivamente, Pilar, tiene su enjundia... Me ha gustado mucho y me encanta que los comentarios los hagan los hombres. Creo que vamos aprendiendo...
El divorcio le costo caro, como mínimo la factura de la luz seguro que se disparó.
Muy divertido
Si llego a saber que se trataba de eso tened por seguro que lo hubiera hecho mucho antes. Mi relación pecaminosa no es con el aspirador es conmigo misma, sobretodo cuando viajo en autobús, me voy, me voy, me voooyyyyy....
jajajajajaaaaaa
Pilita, eres una comprendida....has dado muchas ideas,no sé si enchufarme a la batidora que también es buena pieza. La verdad, para no hablar mucho, los aparatos (electrodomésticos ) son los que mejor te entienden...es un buen truco. Un abrazo Maras
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