EUSKAL DEMOKRATA: ¡fuera la capucha!
Tres asesinos vestidos de forma grotesca, (como hacía el Marqués de Villaverde cuando iba de boda pero en otro estilo), salieron ayer por la tele para perdonarnos la vida.
Muchas gracias
pedazo de psicópatas (ver nota 1): a las potenciales víctimas siempre les da placer saber que uno de ellos, no les va a dar un tiro en la nuca por el
morro.
Pero no son los
psicópatas los que más han perturbado la vida cotidiana de los ciudadanos vasco-navarros: al fin y al cabo, entre cuarenta y cuatro millones de españoles y los casi tres millones de vasco-navarros solo han matado a ochocientos y pico, y herido, tirando por lo bajo a unos diez mil,…¡ya sería casualidad que me tocara a mí!
En realidad, en el día a día, los que más inquietaban por distintos motivos han sido los partidarios de los
psicópatas que te rodeaban en el pueblo, entre los amigos y en la familia. Te controlaban si no eras un
cordero, sumiso a sus quimeras asesinas.
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Durante el
franquismo no se les veía por ninguna parte. En las manifestaciones contra Franco, en el pueblo siempre éramos los
cuatro gatos de siempre: sobre todo
currelas comunistas, muchos de los cuales acababan encarcelados por el TOP franquista. Algunos otros perdían el
curro en empresas que dirigían gentes como Garaikoetxea.
Ahora bien: en cuanto acabó el franquismo los
psicópatas se pusieron a matar como posesos. Aquellos a los que nunca habíamos visto en las manifestaciones contra Franco aparecieron como setas hablándonos del Movimiento de Liberación Vasco, que iba a librar a Euskadi de la
opresión española, y que nos llevaría al
paraíso socialista euskaldun. Garaikoetxea, que durante el franquismo había sido un ejecutivo agresivo de la burguesía Navarra, que llamaba a los
grises para hacer entrar en razón a los comunistas que tenía en la empresa, resultó ser del PNV, y acabó de Presidente de Euskadi. Cuando se peleó con Arzalllus, montó otro partido EA, que ha acabado por servir de
vientre de alquiler a Bildu…
Los amigos de los psicópatas impusieron su
mando en plaza, mientras los
psicópatas mataban, secuestraban y extorsionaba. En mi pueblo ocuparon todo el tejido social: el cine club, las asociaciones de vecinos, las peñas de fiestas etc etc, …y empezaron a pasar cosas como estas que me contó Kepa:
“Estaba tan tranquilo tomándome una birra con Iñaki, viejo militante del PCE que había pasado 4 años en la cárcel condenado por el TOP a raíz de una huelga en 1967, cuando de repente aparecen diez matones -y alguna matona- al frente de los cuales iba un concejal de Herri Batasuna que nos empujaron hasta sacarnos a la calle. Una vez allí, empezaron a darnos de
hostias entre gritos en euskera (Iñaki, que es euskaldun, me contó que se notaba que no sabían vascuence), y gritos en castellano como: IROS A ESPAÑA. Todo ello en medio de la indiferencia (o el miedo) de las decenas de personas que pasaban por la calle y que reconocían a la perfección al concejal de ¡CULTURA! que estaba dirigiendo la operación.
Nadie le denuncio ni mostró un mínimo de solidaridad con nosotros. Estoy seguro que muchos pensaban que éramos unos
fachas a los que nos estaban dando nuestro merecido. A Iñaki le partieron la nariz, a mí solamente me dejaron un ojo morado. Después de pasar por urgencias le planteé e Iñaki la necesidad de denunciar el hecho en los juzgados, a lo que me contestó: “Qué fácil lo ves todo, como se nota que vives en Barcelona desde hace siete años. Si yo le denuncio a este
tipo paso a estar en la lista de los
“liquidables” del pueblo, y además estoy gestionando con el Ayuntamiento el permiso de ampliación del Taller y éste
maromo forma parte del gobierno municipal en alianza con el PVN, ¿quieres que arruine mi vida?,… Kepa, tu eres soltero y vives en Barcelona, yo tengo un hijo y una hija, vivo y trabajo aquí,…¿no comprendes que no puedo denunciarle?... En los tiempos de Franco que me tocó vivir, los sesenta, y principios de los setenta, podian detenerte, torturarte e incluso, condenarte como a mí a cuatro años de cárcel,... tenía entonces dieciocho años, ahora estos te pueden matar o arruinar la vida,... tengo casi cuarenta años y una familia que sacar adelante.” Le di un fuerte abrazo a Iñaki, se me saltaron las lágrimas, ¡qué gran tipo!,... ¿Qué podía reprocharle yo por no querer acompañarme a hacer la denuncia? ¡nada!, al contrario lo admiraba profundamente: ¡un luchador como él, zarandeado por una pandilla de
matones fumaos¡… ¡qué bien vivía yo en Barcelona, bien lejos de esa mierda!... Nos despedimos y nos fuimos cada uno a nuestra casa.
A los dos días empezaron las fiestas del pueblo. Fui a la ceremonia religiosa de la misa del santo (con gafas de sol, para ocultar el moratón del ojo), me puse cerca del altar, porque me gustaba la música
de la orquesta y el coro del pueblo. Estaba justamente detrás de la corporación municipal, poco más allá, a mi derecha, estaba el concejal de cultura que me había
sacudido. Cuando cantaban el credo, el concejal se volvió hacia mí, me señalo discretamente con el dedo índice y acto seguido hizo con la mano el gesto de disparar una pistola. Me dejó helado. A la salida de la misa me emborraché sólo".
Pocos días después acabadas las fiestas, todavía estaba en el pueblo, me quedaban dos semanas de vacaciones. En el telediario del mediodía dieron la noticia: habían matado a José Luis, el panadero del
pueblo de al lado, que surtía de pan la panadería a la que yo iba a comprar. Lo había visto muchas veces: era un tipo animoso, había nacido en León, pero vivía en el pueblo de al lado desde hacía más de treinta años. Llegó de crío con su padre que fue a trabajar en una fábrica de cojinetes muy conocida. Era muy espabilado y no le costó aprender
euskera, era guapote, tenía conquistadas a todas las
etxekoandres de los caseríos de la comarca, a las que les vendía pan y a las que seguro hacía felices.
Gente del CDS de Suarez de Vitoria, lo convencieron para que se presentase como concejal. Se presentó, pero no salió. Cuando ETA reivindicó su asesinato dijo que era un enemigo del pueblo vasco y un fascista español…En su funeral no se llenó ni mucho menos la iglesia. De nuestro pueblo fuimos seis, y eso que lo conocía todo el mundo, entre ellos fue Iñaki, con su narizota vendada…NO apareció por allí ninguna de las
etxekoandres a las que les había enseñado lo que es disfrutar…
¡Cuántas historias reales me vienen a la cabeza viendo a esos tres psicópatas vestidos de forma tan grotesca, cientos de miles de historias que dan cuenta del poder de los matones, de la miseria moral de muchos ciudadanos, del comprensible miedo de tantos otros miles, y del heroísmo de los más valientes.
Parece ser que ya no va a haber más “José Luises”; repito, muchas gracias
psicópatas…Lo que ahora tiene que ocurrir es que no vuelva a haber más “Iñakis” que no puedan denunciar la agresión de un concejal de cultura. No puede volver a ocurrir que la gente mire para otro lado mientras unos matones y matonas, se dedican a agredir a dos
antifranquistas llamándoles fascistas…No puede volver a pasar que la iglesia -por miedo- no se llene en un funeral por el asesinato de un panadero amoroso a manos de los
psicópatas…
¡Tienen que dejar de ocurrir tantas cosas en mi querido país!
Demócratas vascos: ¡FUERA LAS CAPUCHAS!
J.A. Secretario de la Agrupación digital de C's
(1) El psicópata no es un enfermo. Es plenamente consciente de sus actos y nunca se considera atenuante en un juicio. El psicópata puede ser un amoroso padre de familia y un tierno hijo de su
mamá, pero el psicópata tiene un problema irresoluble: desconoce la empatía. Al fanático le ocurre algo parecido.
(2) Este relato es verídico, los nombres está cambiados, los pueblos no se identifican, pero los hecho son rigurosamente verdad...Vamos a empezar a quitarles la capucha: el concejal se llama Arkaitz
Iruretagoyena...fue purgado por la dirección de Batasuna porque le gustaban demasiado los porros después de ser cuatro años concejal de cultura de.....
¡No digo el pueblo, todavía no me he quitado del todo la capucha del miedo!
Fotografía: obra de
Aurelio Arteta (1879-1940)