Nunca reconozco el lenguaje en mi boca ni las palabras escritas, y lo que digo sucede en un discurso perdido o en uno futuro, no es sino seducción, seducción y ser seducido, y ese miedo que invade al hombre cuando descubre que grito y eco, gesto y comprensión, todo lo habitual, es como algo regalado para siempre que de repente puede extinguirse, y que él está solo en la mitad de la vida. Constantemente nos atrapa el río, del principio y del fin, una y otra vez, apenas ya un río, ya sólo una corriente, apenas ya una corriente, (...) Hermann Broch Ilustración: Revolving House. Obra de Paul Klee 1921 Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid