lunes, 29 de marzo de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº6



El cuerpo de Ernesto, se desliza hacia un lateral de su cama y apoyando los pies en el tibio parquet, se incorpora lentamente.


El mapa de su madrugada esta dibujado en su subconsciente, otras veces, demasiadas.

Y en todas ellas pasea su ausencia a través de galerías en penumbra que cubre en un recorrido firme y familiar.

Como en un “vía crucis” dormita cada estación con un ritual entre saludo y reconocimiento, su primera conversación le detiene ante un espantapájaros, vestido con su ropa de ayer. Lo intuye en la oscuridad de la habitación, erguido le delata su presencia y disfruta de ella, acaricia su hombro policromado, con matices entre caoba y nogal, con reflejos de luminarias que se cuelan desde el exterior, erecto, capaz, suficiente, ordenado, arriba esto y debajo lo otro...



El extraño maniquí portaobjetos, al que siempre le ha faltado el sombrero de paja, le saluda ausente, descabezado, parco en palabras y gestos, lo suyo no es la interlocución. Solamente una vez, en un alarde de locuacidad le confesó que su fuerte era aguantar la noche, cargado de uniformes, Ernesto no sólo le entendió, sino que además le alabó lo discreto y sacrificado de su útil destino.

El galán estaba por bautizar, en el onírico mundo de la inexistencia de Ernesto, no hacía falta, sólo despierto, su sexto sentido era suficiente para identificar, señalar y detenerse en cada una de los misterios de aquel rosario en blanco y negro.

Suena el despertador, son las siete y como cada mañana, Ernesto desliza su cuerpo hacia el lateral de la cama y apoyando los pies en el tibio parquet se incorpora lentamente y una vez más, inexplicablemente tropieza con el “galán de noche” que dejó al acostarse en el otro extremo de la habitación.

Fotografía: En el espejo de tus palabras. Composición. pfp

viernes, 26 de marzo de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº5




Simonne, despachaba documentos que le llegaban con la firma impresa, doblaba, encartaba y enviaba con la misma falta de entusiasmo con la que más tarde en casa, mimetizaba su actividad doméstica, esperaba un milagro que se demoraba, su vida transcurría monótona y repetitiva, nada especial sucedía a su alrededor y era incapaz de provocar el más mínimo suceso que desestabilizase su indiscutible comodidad.




En un Meridiano diferente, Jean Paul, hacía balance vital, pero el resultado no le gustaba, su particular cuenta de explotación daba perdidas una vez más, de vuelta a casa intentaba recordar sus actividad laboral del día, un traje torpemente vendido, dos camisas de color inadecuado, una corbata pasada de moda, él nunca quiso vender ropa en un gran almacén, ni siquiera quiso vender nada, sobrevivía acomodado y punto.

Alguna mariposa aleteó en algún oasis perdido en las direcciones rectas que equidistaba a ambos y que casualmente eran los mismos kilómetros que ellos estaban separados entre si, el "Efecto" tuvo su efecto, cerrando la magia en ese virtual y ventoso triángulo equilátero que se formó con vértices en tres lugares diferentes del mundo.

Fue en la ducha, donde Simonne paró el tiempo, se detuvo ante un Stop con espuma de gel vistiendo su desnudo cuerpo, vibraron las paredes chapadas con baldosas de arcilla blanca y levitó su alma por encima del nivel de la cenefa de corazones verdes y amarillos, en ese punto, vislumbró un presente que golpeó su alma dormida y supo que hacer en ese momento.

Antes de llegar a casa, donde sólo le esperaba el silencio y su conciencia, después de haber intentado en vano colocarle un traje a cuadros a un cliente obeso, Jean Paul tomaba unas pintas de Guinness en el Pub Gourmet del centro comercial, con su memoria perdida se vio niño, un niño que quería ser muchas cosas de mayor y que nunca había acabado siendo, extendió sus manos y alcanzó el otro lado de su Áurea, comprendió que había bebido y también que estaba sacrificando su mañana.





Simonne, acabó tomando un avión y se fue lejos, decidió que para comenzar lo mejor era algún pueblo perdido, tan anodino como ella, tan necesitado de vida como ella, tan abierto a dar bienvenidas, como ella, en el que buscar una ocupación tribal, no supusiera ningún compromiso intelectual y así las cosas encontró acomodo de camarera en esa Posada Rural a las afueras de aquel pueblecito.




El tren que conducía a Jean Paul a ninguna parte, (al menos prevista) salió temprano en la mañana, atrás dejo su cinta de medir camales y cinturas, su tiza de marcar largos de pantalón o entradas de culera, fuese donde fuese no las necesitaría, es más, para esta nueva etapa prescindió de maletas y rearmó su vieja mochila de piel cuarteada, el Súper Tren devoraba paisajes, lagos, llanuras, los pueblos quedaban desenfocados al paso de aquella máquina de la que si no bajaba pronto daría la vuelta al mundo y lo devolvería al punto de partida, tenía que reaccionar y elegir un destino, por que no, la siguiente parada?

Simonne comenzaba a sonreír, yendo de aquí para allá, viendo caras nuevas, con un patrón agradable con quien a la noche podía conversar, contarle de su tierra, tan querida, tan añorada.



A los pocos días empezó a cruzarse con una sombra, una cara nueva, como ella, el empleado también recién llegado de aspecto distante y taciturno, pero de porte agradable y maduro.



Supo por su patrón que el recién llegado se llamaba Jean Paul, era el maletero a horas completas.





Se espiaban, se escondían, se ignoraban, hasta que el tiempo y las ganas hicieron evidente su recíproca atención, la vida se les llenó de colores y de franquezas mutuas, y decidieron darse la oportunidad de hacerse felices de una vez para siempre.

Esto lo sé, porque me lo contó el Patrón, no se mucho más de aquellas dos vidas, porque mi estancia en aquella posada alejada y encantadora, llegó a su fin junto con mis días de descanso.

Fotografía: "recíproca atención" collage sobre papel, pfp

lunes, 22 de marzo de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº4



Dos Vidas



En mi mente brilla una sonrisa, un ácido violeta mil veces asaltado, como una atracción
natural, sedosa, deseada, húmeda, un placer genital.




En el hades interior, celebración de Satán, acompaña un sol de muertos, sin sombra; lejos del
infierno de temporada, lírico y atractivo. Un delirio peor e íntimo. Arrumbado entre
circunvoluciones, el chisporroteo neuronal desata la comunicación entre el Yo y Yo, mi Él...



Siento el viento de hélice, mejor recibirlo de espaldas pues es predominante, mientras arrecia
el agua horizontal, acuosa y tenaz como un cerebro sano. Cesa por la noche, para descubrir el
maldito círculo : brillante, desestructurador. ¡Vete a tu cielo de pánico, a tu Paraíso dantesco¡
¡Llévate tu insoportable belleza y tus aullidos, tengo compañía desreal.




Luz en la oscuridad de la luz: visita a la zona blanca. Jaspers desnudado, no hay esperanza
(todavía conserva mis huellas el maldito bastardo) Alivio en la hipnosis: me habla de mi
padre... ya ni me acuerdo ¿o si? El tiempo perdido.




En tu agitación me divido, me fuerzas y en tu canalla transito... ¿probamos la quetiapina?


-No, hombre no, es disociativo...



Laminándonos contra Cronos, mejor toma tú ahora el control, amigo... Yo estaré en mi
habitación jugando con el revolver...








Fotografía: Pesadilla. Collage y pigmentos sobre papel. pfp

miércoles, 17 de marzo de 2010

breve paréntesis


me voy cuatro días de vacaciones, pero es tan lejos que me da la impresión que van a ser más


quiero felicitar a los Josés y Josefas por adelantado, y a todos os deseo unos felices días también.


no os olvidéis los que no lo habéis hecho todavía de mandarme el relato.


un saludo a todos, os traeré algo


besos


pilar


lunes, 15 de marzo de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº3


DOS VIDAS

El frío de aquella noche invernal se colaba por los agujeros de su raído abrigo de paño y, por un momento, tuvo la tentación de darse media vuelta y volver al callejón con los demás mendigos, a calentarse junto a las llamas de la fogata común. Pero algo dentro de sí mismo parecía empujar a Luis hacia aquellas letras iluminadas. A pesar de la profunda oscuridad reinante en la calle desierta, sin farolas,el letrero le atraía como un imán y cuando estuvo a solo unos metros se detuvo para contemplarlo, dudando si era cierto lo que veían sus ojos o era producto del brick de vino medio vacío que sujetaba con una mano.

El cartel decía CASINO-SALA DE JUEGOS, y unos dibujos de cartas, dados y ruletas acompañaban las letras,que intermitentemente se encendían y apagaban.
CASINO....SALA DE JUEGOS...CASINO...y así, una y otra vez, se repetía la misma secuencia,tratando de captar la atención del transeúnte.
La memoria de Luis, no tardó en ponerse a funcionar, y rápidamente se vio sentado en una mesa de ruleta, en otro Casino donde era cliente habitual, elegantemente vestido con un smokin, una camisa blanca recién estrenada, gemelos de oro en los puños, la pajarita se la había quitado hacía un rato, y la había guardado descuidadamente en el bolsillo.
Llevaba el pelo peinado hacia atrás, con gomina, para que no se le moviera ni un pelo de su rebelde flequillo en toda la noche. Era la ultima moda entre los de su clase social, por entonces se llevaba ese estilo Mario Conde.
Cada vez que oía el sonido de la bolita al rodar, su adrenalina se disparaba, se jugaba un montón de fichas, y la suerte le favorecía casi siempre.Cuando cobraba sus ganancias le daba una propina al crupiere, propina que en aquella vida no tenía importancia, pero que ahora a Luis se le antojaba una fortuna. Con las propinas que entonces daba, ahora podría comer varios días, incluso varias semanas.
Cuantos recuerdos se agolparon de repente en su cabeza. Y pensó "Voy a entrar. Si juego un rato, seguro que la suerte se acuerda de mi, y me echa una mano"
Y sin dudarlo más, apuró el vino, echó al suelo el brick y abrió la puerta con decisión.

Allí dentro todo era lujoso, la decoración muy recargada, habían demasiadas luces, una barra de bar rebosante de botellas,y un camarero sirviendo copas en una bandeja.

Luis empezó a recordar que no hacía tanto tiempo vivió en otro mundo en el que todo eso estaba al alcance de su mano,todos le saludaban con respeto, tenía el mejor coche, un chalet en una zona residencial donde vivía con su mujer y sus hijos que iban al mejor colegio y vestían ropa cara, sirvientas, jardinero, sus partidas en el club de golf...

Mientras recordaba su otra vida tan diferente a la actual, solo le dio tiempo a dar una rápida ojeada, porque inmediatamente dos hombretones, con uniformes de seguridad privada se dirigían hacia él a toda prisa para impedirle que diera un paso más.

¿Me prohiben la entrada? - pensó Luis-, claro, ahora soy un pobre desgraciado que no tiene donde caerse muerto, mis ropas están viejas, sucias, mi barba sin afeitar muchos días y mi pelo sin gomina y tan largo que ahora soy un andrajoso de los que tantas veces critiqué y negué una limosna.
Luis sabía que su aspecto no era el adecuado para un sitio así, en el que la primera condición era ir correctamente vestido y aseado y la segunda tener bien llena la cartera, que allí ya procuraban vaciársela.

Como la ultima vez, aquel fatídico día en que se dejó seducir por la avaricia, no conformándose con una inmensa fortuna acumulada, nada le parecía suficiente, quería más y más.

La suerte harta de sus exigencias le castigó abandonándole y lo perdió todo, su dinero, su coche, su chalet, su familia...

Los dos vigilantes, macizos y musculosos, le cogieron por debajo del brazo, uno a cada lado y le sacaron de allí sin pronunciar ni una palabra. Sobraban las explicaciones.

Se quedaron junto a la puerta mirándole fijamente con desprecio, por si acaso Luis lo volvía a intentar....




Fotografía: Collage, dama de picas. pfp

viernes, 12 de marzo de 2010

¿ella no cena?



NICKLAUS: Elle ne soupe pas?


SPALANZANI: ¡Non, non, non¡


NICKLAUS: Âme poétique¡
...
Los cuentos de Hoffmann de Jacques Offenbach, 1819-1880. Libreto basado en la obra de teatro homónima de Barbier y Michel Carré, inspirada en cuentos de E.T.A. Hoffmann



Fotografía: Muñeca autómata de tamaño natural, fotografiada en el Museo del Teatro de San Petersburgo. pfp

miércoles, 10 de marzo de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº2

Se conocieron en Baltimore, en una feria nacional de telefonía, pero el gran descubrimiento para ellos dos, no fueron las últimas tecnologías del mercado sino, ese mecanismo interno a partir del cual se recoge y procesa una sensación recíproca que además no sólo fue positiva, sino óptima.

Al final de la feria el uno marchó a Boston donde vivía con su esposa e hijo y el otro volvió a Los Ángeles, California, donde vivía también con mujer y tres hijos. Ambos ya, en la cuarentena de sus vidas, esa edad donde muchas parejas se dan de frente con la dura realidad, con el aburrimiento, el cansancio, con una vida frustrada por lo cotidiano, con las ilusiones prendidas por alfileres en una maraña sin posibilidad de arreglo, esa franja vital decididamente decadente, cuesta abajo…

En la historia de la Evolución Humana, el desarrollo de la capacidad de ver, de recoger y procesar información detallada a distancia, fue uno de los logros más asombrosos, además de ese instinto para navegar, de esa habilidad que compartimos los humanos con las aves migratorias, o con la capacidad orientativa de algunos insectos que utilizan el sol, como punto de referencia, eso fue lo que hizo que Boston y Los Ángeles se encontraran el uno al otro.

La adaptación de ambos a este nuevo fenómeno acaecido en sus vidas, no fue ni sencilla ni predecible. Durante un par de años se escribieron regularmente, cada vez con mayor frecuencia y ansiedad, interesados, asombrados, finalmente enamorados el uno del otro. Poco a poco compartieron trabajo, familia, confidencias, intimidad, todo a larga distancia. Entre ellos dos se tendió un hilo, una cuerda firme, donde asirse en los momentos de dudas, tristezas, desánimos, y la distancia hizo que aumentara enormemente la calidad y comunicación entre ellos. Ninguno de los dos hubiera pensado un tiempo antes que sus sentimientos evolucionarían en paralelo a los kilómetros y dificultades que les separaban… los dos pensaron que eran seres primitivos que evolucionaban hacia otro código más complejo, más elaborado, más completo que el genético, adquirido por el simple hecho de nacer.

Boston, más sensato frenó a Los Ángeles cuando este, comenzó a inquietarse a no encontrar sentido a un mundo en el que no había lugar para los dos, para los dos juntos, claro. Decidieron volver a verse. Al cabo de más de dos años de su primer encuentro, pudieron concertar una cita, media mañana en un aeropuerto intermedio… Primero fue un abrazo discreto, luego una conversación larga, profunda, más tarde un café, después un sorbo de agua... cinco horas cerca el uno del otro, sin a penas rozarse, mirándose a la profundidad de los ojos el uno del otro… Finalmente el reloj marcó la hora del vuelo a Boston, con minutos de diferencia despegaba también el vuelo de Los Ángeles... debían despedirse rápidamente y se despidieron. Un apretón de manos, un fuerte abrazo, un discreto y suave roce de labios.

La vida, se adapta al tiempo y al espacio, todos los componentes del sistema solar se mueven periódicamente, rotan sobre su eje, giran en órbitas, o casi siempre hacen ambas cosas: el día sigue a la noche, la luna reinicia incesante su ritmo mensual, las estaciones repiten sus ciclos, pleamar y bajamar se repiten también sin cesar, y la adaptación a estos patrones es básicamente la misma para todas las formas de vida.

Boston y Los Ángeles, regresaron a sus respectivos hogares. Boston sucumbió a la rueda implacable de una restructuración empresarial y reconvirtió su trabajo en un pequeño negocio de telefonía móvil. Los Ángeles también dio un vuelco en su vida profesional tentado, a los encantos de un trabajo administrativo en unos estudios cinematográficos de Hollywood. De manera irregular e impredecible, sus correos se espaciaron paulatinamente hasta convertirse en pequeños espacios navideños y muy poco más… nunca volvieron a verse.



Fotografía: 35 x 50 cm. yo Boston, tú California. Tinta sobre papel. pfp



domingo, 7 de marzo de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº1

¡Qué nueva luz será ésta¡

Fue pura coincidencia que el mismo día de nuestro traslado a Arturo Soria, Melenita y Pechos, se viniesen a vivir justo enfrente de nosotros, al otro lado de la vereda que separa nuestros edificios y a la misma altura, de forma que podíamos observar fácilmente el trajín de las mudanzas desde las respectivas ventanas en tan simultáneas estampas que pudiera parecer que competíamos por terminar en primer lugar, organizarse mejor, o mantenerse más tiempo al pie del cañón, aunque pronto excluimos a Pechos de la liza; Diego dijo haberlo visto sobre las ocho de la mañana, aproximadamente a la hora en que llegamos, moviéndose agitado durante un buen rato, con una taza en la mano, de lado a lado del salón, y desaparecer después. Que nosotros supiéramos no regresó antes de anochecido y Melenita entretanto deshizo cajas, montó mesas, colgó estantes, desembaló adornos emplazándolos aquí y allá, limpió toda clase de menaje, sucediéndose vajillas, juegos de café, cuberterías, que iba colocando delicadamente en las vitrinas recién instaladas. Cuando Diego y yo nos retiramos al dormitorio, agotados, ella seguía todavía, concentrada en cuclillas frente al horno de la cocina, cuya ventana iluminada era casi la única luz del entorno junto con la del salón donde Pechos, vestido solo con pantalón y descalzo, paseaba excitado nuevamente. Así llevaba desde que llegó, como lo perdíamos de vista en los extremos de cada una de las vueltas, suponíamos que su propio campo de batalla se encontraba en aquellas zonas oscuras para nuestra visión, donde no cabía duda de que alguna encomienda gestionaba hurtándola a nuestras, para entonces, miradas llenas de curiosidad.

Eran la siete del día siguiente, cuando lo volvimos a ver, otra vez con su taza de aquí para allá, tal como lo había visto Diego el día anterior, y Melenita parecía no haber salido de la cocina en toda la noche si no la delatara el blanquísimo albornoz que llevaba puesto y el pelo todavía mojado envuelto en una toalla enroscada. Pechos pronto volvió a desaparecer, si se habían despedido tiernamente en el hall, como hacíamos Diego y yo, y emplazado para alguna hora en concreto, no lo supimos, en todo caso habría sucedido fuera de nuestra vista, y solo sé que Melenita y yo continuamos el día entero dedicadas a la entusiasta carrera de la organización total. Ellos, los hombres, sólo dispondrían de tiempo en el fin de semana.

Diego y yo, que hacíamos un equipo perfecto, habíamos dispuesto cuatro cajas de cartón sobrantes como mesa provisional hasta que algún día pudiéramos adquirir nuestros propios muebles. Reconozco que sentía cierta envidia de Melenita en su abundancia, lo tenía todo a mis ojos, pero aquel día, cuando nos sentamos a comer, mientras nos contábamos felices las últimas novedades, riéndonos y besándonos de cuando en cuando, al ponerle al tanto también de las vicisitudes de nuestros nuevos vecinos no pude evitar conmoverme: - Hoy la vi rara, se preparó una bandeja y comió sola en la cocina; no vi, en cambio cuando lo hizo él, sigue encerrado en el salón y, francamente, empiezo a pensar que no se moja mucho con lo de la mudanza. Se pasa un pelo. Hace rato que lo veo sentado leyendo-.

Diego echó un vistazo de reojo, Pechos se había levantado y a través de la ventana abierta llegaban ecos de Don Giovanni, con la mano seguía el ritmo entusiasmado. Traté de encontrar con la mirada a Melenita que, colgada en el balcón, colocaba ahora una jardinera. Se había recogido el pelo en una coleta y me pareció vislumbrar ciertas rojeces alrededor de los ojos, como de haber llorado abundantemente -Si, no hay duda, creo que han discutido, y no me extraña. Es que ella no para un momento y él... al principio creí que estaría colocando libros, discos y cosas por el estilo... pero ahora más bien creo que se está escaqueando con todo el morro...

Ana y Paul vienen hoy a cenar, creo que ambos conocen nuestras verdaderas intenciones y, cada uno a su manera, han opuesto tímidas resistencias que hemos sofocado con bastante facilidad. En el fondo saben que es lo mejor. Llevan meses sonriéndose en el rellano de la escalera para luego perderse en la soledad de sus apartamentos apenas separados por un liviano tabique. Ana conoce ya todos sus movimientos porque Paul es totalmente predecible. Escucha sus pasos perdidos durante horas, de un lado al otro del salón, incluso más allá de prendido el sueño sigue meciéndola al compás de algo de Mozart, de Mahler...Y sabe que, casi siempre lo hace desnudo, porque yo se lo he contado. También le conté que es insomne, que vive para olvidar la muerte trágica de su pareja, de la que no consigue dejar de culparse.

Mientras preparamos primorosas fuentes de contenido más bien escaso pero alegre y las colocamos en las cartomesas ocultas detrás del colorido mantel, Diego me cuenta que Paul, tan inglés, disimula su curiosidad cuando él le habla de mi amiga Ana, de lo estupenda que es, lo guapa y lo valiente, después del naufragio de su matrimonio... Que hace cómo que no va con él, incluso bosteza por si cuela, aunque ambos sueltan una tremenda carcajada cuando menciona su fantástica y sensual melena.

Hemos cenado en la terraza, hacía una magnífica noche de primavera así que Diego y yo nos quedamos un rato todavía. En las ventanas del edificio de enfrente, al otro lado de la vereda que nos separa, por primera vez en mucho tiempo hay una sola luz encendida... y una sola voz... la de Orfeo que dice


"¡Che puro ciel! Che chiaro sol!

Che nuova luce é questa mai!

Che dolci lusinghieri suoni

dei bei cantori alati

s’odon qui in questa val!

Dell’aure il susurrar.

il mormorar de’ rivi.

Ma la quiete che qui tanto regna

non mi dà la felicità!

Soltano tu, Euridice, puoi far sparir

del triste cuore mío l’affanno!

Il tuoi soavi accenti,

gli amorosi tuoi sguardi,

un tuo sorriso

sono il summo ben...

Fotografía: 47 x 33,5 Collage. adosados, pfp

miércoles, 3 de marzo de 2010

cuerpo a tierra

Se comienza a hablar de Land Art en Estados Unidos, a finales de los años sesenta, en pleno proceso de desmaterialización de la obra de arte, en pleno proceso de rebeldía contra los circuitos de arte establecidos, el Land art suplanta los ambientes interiores de talleres, galerías y muséos, por el espacio abierto y exterior de la naturaleza: el Land Art, Earth Art, Arte de la Tierra.

Walter de María utiliza este término , para nombrar sus primeras intervenciones en el paisaje, esta denominación se extiende luego a otros artistas que se sirven del paisaje y sus elementos para sus obras. El desarrollo de esta nueva tendencia artística se caracteriza por la búsqueda de nuevas formas, nuevos modelos, nuevos conceptos y un interés especial por la experiencia in situ, confrontando los límites con otras artes y otras disciplinas – arquitectura, fotografía, cine – siendo el paisaje soporte y materia.




Fotografía: obra de Walter de María . Campo de relámpagos es una instalación de 400 postes de acero inoxidable de unos seis metros de altura, clavados en la tierra, en medio de la nada del desierto de Nuevo Mexico, zona habitualmente cruzada por numerosas tormentas. Este campo de pararayos atrae las tormentas eléctircas como si de un poderoso iman se tratara, produciendo un espectáculo luminoso incomparable.

lunes, 1 de marzo de 2010

un par de tipos curiosos

Gilbert & George se conocieron en 1967, cuando estudiaban escultura en la St. Martins School of Art, Inglaterra y desde ese momento decidieron producir arte juntos, como pareja, pero más concretamente como una sola entidad.
Adoptaron la identidad de esculturas vivientes, termino que acuñaron para referirse a la manera de integrar su visión del arte a su producción artística, así como a su vida cotidiana, convirtiéndose ellos mismos en el centro de su obra, en los creadores y en el arte a la vez, herederos amables de la corporalidad del body art.

A lo largo de cuatro décadas Gilbert & George han desarrollado un lenguaje visual que busca insistentemente poner en jaque los valores tradicionales de la sociedad occidental a la que pertenecen, así como las ideas preconcebidas sobre arte, sexualidad, identidad y religión. Los artistas, reproducen en fotografías, fotomontajes y vídeos una y otra vez su propia imagen en diferentes situaciones y escenarios, combinando una absoluta seriedad con un toque humorístico que hace que sus obras tengan un carácter progresivo y una dimensión moral que representa su muy particular visión del mundo.

Se dice que el arte debe ser extremo, de otra forma se vuelve invisible.
Un gran número de las piezas de Gilbert & George, son series de varios paneles, fotomontajes que unen partes de cuerpos y componen frases a partir de palabras aisladas, acentuando la fragmentación de estas grandes composiciones a veces y parece con toda intención como vitrales de iglesia.
Fotografía: Death from Death Hope Life Fear. obra de George & Gilbert