jueves, 15 de abril de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº10



LAURA


-¿Vienes a tomar un café, y hablamos un ratito?

-No, no, me voy a casa.

-Pero Laura, por favor, que poco sociable eres....

Los que trabajaban con Laura pensaban que era una persona anodina, puritana, solitaria, posiblemente sería atractiva si no se vistiera con esa ropa tan insulsa, y a pesar de su falta de interés por estar a la moda,ni por resaltar sus encantos tenía una belleza natural que resultaba agradable y despertaba un instinto paternal y protector entre sus compañeros.

Su vida era un enigma.

Nadie sabía que hacía cuando terminaba la jornada laboral, ni donde pasaba los fines de semana, ni con quien. Suponían que sola, porque nunca aceptaba invitaciones para salir a divertirse, nada de discotecas, ni de cines, ni de copas.

Ella se esfumaba en cuanto el reloj marcaba las seis de la tarde.

No le hacía confidencias a nadie,era muy reservada.
Hasta que un día llegó a la oficina un nuevo empleado que la conocía del pueblo donde vivían sus abuelos, incluso habían ido juntos al colegio de pequeños.La reconoció enseguida y contó bajando mucho la voz que hacía veinte años la habían plantado en el altar, vestida de novia.

Su novio no se presentó el día de la boda y desde entonces ella no quería relacionarse con nadie.Y mucho menos con hombres.

Después de aquello se vino a trabajar a la ciudad, buscando un anonimato que en el pueblo era imposible.

¡Ohhhhh!... !Que crueldad!.... !Pobre chica!.....Debió ser un trauma tan grande....

Nadie comentaba nada en su presencia, todos disimulaban saber su pasado, había como un pacto de silencio sobre ese asunto tan atroz y Laura estaba satisfecha con esa distancia que mantenía con sus compañeros de trabajo.

No quería que supieran nada de su vida. Ni de la anterior ni de la actual.

Nada les importaba si se había enamorado locamente, como nunca pensó que se pudiera después de tanto dolor y tantas lágrimas.

Hacia ya varios meses que un hombre la había conquistado,sin hacer ruido,dulcemente había conseguido romper su coraza de amargura y desencanto. Había restaurado su corazón trocito a trocito,con palabras suaves, con hermosas poesías y con una paciencia digna de un santo, volviendo a intentar que confiase en él cuando se convertía en una niña asustada que le rehuía porque las dudas y los temores la invadían.

Laura era feliz junto a él. Se sentía segura y querida, pero no estaba dispuesta a compartir con nadie más esa felicidad.Mejor que fuera su secreto. Con él lo único que todavía no había superado era hablar de matrimonio.

Era la palabra maldita, le traía muy malos recuerdos.

Cada uno en su casa y Dios en la de todos, le respondía cuando él lo intentaba.

Todos los días después de las seis, Laura se convertía en otra mujer, viva, alegre, parlanchina, sexy, romántica, y cuando su amado la visitaba discretamente, procurando que los vecinos no le vieran subir a su casa, tal y como ella le pedía, Laura le recibía con un abrazo muy largo, se quedaba como fundida en su pecho y luego le llenaba de apasionados besos.

Se dejaban llevar por la pasión, Laura se abandonaba en sus brazos y entre suaves caricias, susurros y gemidos volaban juntos muy lejos, hasta alcanzar la luna y las estrellas.

Hoy él estaba raro.Se lo notó en cuanto llegó, pero prefirió no acosarle a preguntas.

Tenía la virtud de saber esperar y no precipitar las confidencias.

Cuando él quisiera ya se lo contaría. Seguramente habría tenido algún contratiempo en el trabajo.

Después de un largo silencio tumbados en la cama desnudos, se desenredó de sus brazos y empezó a vestirse.
-¿Ya te vas?

- Si, tengo que coger un avión dentro de dos horas.

-¿Porqué?

- Me trasladan. Mañana a las ocho tengo que estar en Barcelona.

-¿Así, de repente?

- Si

- Dime la verdad ¿te vas porque te has cansado de mi? ¿ya no me quieres?

- Noooooo, cielo, por favor, ni lo pienses. Me encantaría que vinieses conmigo, te quiero con locura y estoy muy disgustado pero sé que no tengo ningún derecho a pedirte que dejes tu trabajo, tu casa, tu vida...

- Mi vida eres tú. Pídemelo y deja que sea yo quien decida

Al día siguiente, los compañeros de Laura no daban crédito al mail que estaban leyendo.

" La Laura que vosotros conocéis murió anoche. No he podido despedirme porque la vida es así, imprevisible. Solo se vive una vez, y he elegido vivir la vida que me hace feliz junto al hombre que amo.Vamos a estar una larga temporada en Barcelona y hasta es posible que suenen campanas de boda..."


Fotografía: Carboncillo y tinta sobre papel. duda. 36x51 pfp

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