Sin nada que hacer y con mis resistencias frías, se me ha ocurrido contar mis memorias…
Soy una tostadora ancha y alta, de acero inoxidable, modelo familiar. Salí de una tienda de electrodomésticos hace ya muchos años, reluciente, con mi grueso cable negro perfectamente enrollado y sujeto con un pequeño elástico. Metida en una caja y envuelta con papel de colores y un lazo verde, me ofrecieron como regalo de jubilación a mi primer dueño.
Era un hombre serio y metódico, que parecía tener una sóla ilusión, desayunar el resto de su vida sentado tranquilamente en su agradable cocina, mientras escuchaba las noticias de las ocho.
Cada día durante casi dos años me conectó puntualmente a las ocho menos cuarto y mientras yo tostaba el pan él hacía el café, calentaba la leche y preparaba la mesa para él y su mujer. Me cuidaba con esmero, vaciaba la bandejita de las migas, y me pasaba una bayeta suave que me dejaba reluciente como el primer día.
Un día a media mañana hubo un gran revuelo en el piso, llamadas telefónicas urgentes, visitas intempestivas, llanto, estupor... al fin, los hijos reunidos a la noche en la cocina entorno a un café, confirmaron mi sospecha, mi dueño había muerto, un coche a gran velocidad se lo había llevado por delante en un paso cebra...
(continuará)
cosas que pasan. Tostadora connection. pfp
Fotografía: White bread obra de James Rosenquist
4 comentarios:
Esa tostadora me suena... ya la estuvimos mirando en otro relato tuyo?. Ha pasado de pequeño electrodoméstico a gran electrodoméstico? Me encantan las tostadas en el desayuno, son mis imprescindibles, y cualquier relato alrededor de ellas me atraerá sin remisión. Un abrazo.
pues sí Conchita, la misma que viste y calza, es una pieza, de "museo".
Besos
Yo no recordaba esta tostadora en tu blog y sin embargo me resultaba familiar y me decia ya está aquí Pilar confiriendo vida a todo cuanto quiere.
Con afecto, su seguidora,
"Colgada del siguiente capítulo"
Esta vez más que otras, que ya es decir, espero el próximo capítulo de recuerdos de esta tostadora, que me ha hecho reflexionar sobre las ocasiones de estar contemplando cualquier objeto, lejos de pensar que - como todo en la vida -, tiene una historia, un porqué de su existencia.
Lo peor es no entender la abstracción que nos arrebata la curiosidad por lo que vemos y no nos permite optar por vivir otras experiencias...
Gracias Pilar.
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