Capitulo VIII
Una vez retirado a su casa, envió en busca de libros nuevos para templar su pena e invitó a cenar a varios eruditos para entretenerse. Vinieron dos veces más de los que había invitado, como avispas atraídas por la miel. Aquellos parásitos se afanaban en comer y en hablar; elogiaban a dos clases de personas: a los muertos y a sí mismos, nunca a sus contemporáneos , salvo al dueño de la casa. Si alguno decía una frase ingeniosa,los demás bajaban la vista y se mordían el labio de rabia por no haberla dicho ellos. Y tenían menos disimulo que los magos, porque los objetos de su ambición no eran tan grandes. Cada uno de ellos pretendía un puesto de criado y una reputación de hombre de calidad; se decían a la cara cosas insultantes, que tomaban por rasgos de ingenio. Tenían algún conocimiento de la misión de Babuc. Uno de ellos le rogó en voz baja exterminar a otro autor que, hacía cinco años, no le había dedicado suficientes elogios. Otro pidió la perdición de un ciudadano que nunca se había reído con sus comedias. Un tercero solicitó la extinción de la Academia, porque nunca había conseguido ser admitido en ella. Acabada la cena, cada cual se fue solo por su lado, porque en toda aquella tropa no había dos personas que pudieran soportarse, ni hablarse siquiera, salvo en casa de los ricos que los sentaban a su mesa. Babuc consideró que no sería muy grande la pérdida cuando toda aquella chusma pereciera en la destrucción general.
Texto: Así va el mundo: Visión de Babuc, escrita por él mismo. Voltaire
Fotografía: obra de George Rouault (1871-1958)
1 comentario:
Un texto brillante como no podía ser de otra manera viniendo del gran Voltaire. Lo que dice podría haberse escrito hoy o puede hacerse mañana y seguirá vigente.
El pintor del cuadro que has puesto como ilustración me gusta mucho.
Me voy a ver el otro post. No sabía que estos días blogueabas el doble como aquellas revistas que con la una te regalan otra.
Por mi enchantée.
Beso.
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