miércoles, 17 de diciembre de 2008

París



Asociaba París con un calor de chicharrina.

Estuvo una semana en agosto, más de veinte años hacía ya, sin apenas dinero, acampada en el Bois de Boulogne, pateando la ciudad de cabo a rabo, bebiendo agua de todas las fuentes, comiendo bocatas que improvisaba en la calle, bagets compradas en cualquier panadería y unas latas de atún que llevaba en la mochila. El último día lo celebró con un pollo asado que comió debajo de un árbol en los jardines de Luxemburgo, más tarde se quedó dormida en una siesta apacible y bochornosa de la que le despertó una tormenta de agua y truenos.

A la noche llegaba al camping hecha polvo, jurando en cananeo por los precios del metro, de una cerveza, o de un café, pero feliz y deslumbrada por la ciudad, por todos los museos, por las pinturas, la arquitectura y los monumentos con los que tantas veces había soñado…
Hace veinte años no había que pagar por entrar al Panthéon y visitar la tumba de Voltaire, aquello fue una gran experiencia, una gran emoción…como ir a ver a su abuelo al cementerio…
No era la primera vez que volvía a París, siempre viajes rápidos, por diferentes motivos. Esta vez el viaje era profesional y a última hora decidió prolongar un par de días la estancia y pasear tranquila por la ciudad... como entonces...

Al salir del Hotel la noche de su llegada , le sorprendió el frío, un frío intenso, que no asociaba a sus recuerdos del París de su juventud, un frío de hielo que junto a una noche despejada, iluminada de luna llena, le mostró una ciudad fría, distinta y distante, una arquitectura monumental, glacial, lavada y lustrada que ya no mostraba las huellas ni la suciedad del pasado… lugares asépticos, donde se esmeraban las brigadas de mantenimiento de la ciudad.
Por la mañana, de tan luminosa se veía caer el hielo, despacio, desde el cielo azul. Encasquetada con un gorro hasta las cejas, y una bufanda hasta los ojos, bajó a buen paso por el Boulevard Saint Michel, rodeó la Sorbonne, se paró en los escaparates de varias librerías y entró en una tienda de ropa, compró un jersey grueso y finalmente llegó al Panthéon, pagó 7,50 euros y entró sin apenas hacer cola. Le costó reconocer el interior de tan limpio y reluciente. Bajó a la cripta, se cercioró que Voltaire seguía en su sitio, le saludó interiormente y salió de nuevo a la calle… a pesar del sol de media mañana, seguía haciendo un frío intenso. Entró en un café, sus problemas ahora, no eran los precios…



Fotografía: pfp. Leyenda en la tumba de Voltaire. Panthéon de Paris.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y qué más de Voltaire, Pilar?

He leído:
«Yo, el que suscribe, declaro que habiendo padecido un vómito de sangre hace cuatro días, a la edad de ochenta y cuatro años y, si Dios dispone de mí, muero en la santa religión católica en la que he nacido esperando de la misericordia divina que se dignará perdonar todas mis faltas, pido perdón a Dios..." Voltaire.


La Revolución trajo en triunfo, los restos de Voltaire al panteón de París —antigua iglesia de Santa Genoveva—, dedicada a los grandes hombres. En la oscura cripta, frente a la de su enemigo Rousseau, permanece hasta hoy la tumba de Voltaire...

¿Y qué más de Paris?
Espero tus opiniones y tus relatos.

pfp dijo...

quizá sus contradicciones JOsefina, quizá que no fue un hombre perfecto, quizá una mención especial de alguien al que quise mucho, quizá la lista de los libros prohibidos...
no mucho más Josefina, quizá, seguramente no estoy al día... pero me queda ese sentimiento y no pienso en jamás de los jamases renunciar a el... te mando muchos besos amiga mía.

Barbebleue dijo...

"Il fonda l'Alliance des Civilisations"
En estos tiempos de intolerancia bien merece la pena visitar su legado.

PS: me sé yo de uno que en su primer viaje parisino, hace mucho, mucho tiempo, lo primero que hizo fue comprarse un grueso jersey, que aún conserva, muy cerca de la Sorbonne. Acababa el mes de junio.

Joaquim dijo...

Mi primer viaje a Paris....esa mochila, ese camping en el Bois de Boulogne, donde cada noche al volver después de infatigables quilómetros por los míticos adoquines parisinos, atónito veía el ir y venir del mercadeo y la agitación sexual.
Yo acababa de hacer la mili y con dos amigos de batallitas, que se han perdido en el tiempo, decidimos que la mejor manera de acabarla era marchando a París, para olvidar tanta miseria humana y creativa, sumergiéndonos en la capital del saber.
No me compré un jersey, con el poco dinero que tenía, después de mirar y remirar, decidí que mi recuerdo debía ser otro. Me traje, en una preciosa caja de La Voix de son maître, el Faust con Victoria de los Ángeles, Gedda y Christoff (segunda versión) y un Sansom et Dalila con Mario del Monaco y Rïse Stevens. Ya estaba tocat del terrat.
Paris siempre me ha fascinado y desde el 16 de febrero de 2007 más, mucho más.

pfp dijo...

Bbb, eres un pozo sin fondo...

mítica fecha Joaquim, para nuestro recuerdo

gracias y besos