martes, 9 de diciembre de 2008

el enigma, también tiene nombre de mujer



Dicen que la sensualidad de la mujer reside en su enigma y el enigma de la historia de la mitología en la Esfinge.
Monstruo con cuerpo de león, pecho y rostro de mujer, alas de ave rapaz, el rostro pálido, la boca llena de veneno, ojos como brasas encendidas y las alas siempre manchadas de sangre.
Desde Africa, Egipto ó Etiopía llego y se instaló en los montes de Tebas y desde allí se dedicó a asolar la campiña tebana destruyendo las siembras y matando a todos los que no fueran capaces de resolver sus enigmas, hasta que llegó Edipo...

A partir de la observación de su amplia iconografía deducen los eruditos que ésta es un íncubo femenino que mata abrazando y sofocando, lo que viene confirmado en parte por la misma etimología de la palabra que significa "la que aprieta","la que oprime", "la que ahoga"...


Frente a la puerta había una esfinge, un ser híbrido de horrores y placeres, cuerpo y garras de león, mujer por su cabeza y sus senos.
¡una hermosa mujer¡ Su sabia mirada hablaba de salvajes placeres; los mudos labios se curvan en sonrisa de sosegada confianza.
(...) y por fin, voluptuosamente, me abrazó destrozando mi pobre cuerpo con sus leoninas garras.
¡Dulce tormento y delicioso dolor¡ ¡Placer y sufrimiento inconmensurables¡. Al mismo tiempo que el beso de su boca me hacía dichoso, sus garras me desgarraban horriblemente.


Fragmento de un poema de Heinrich Heine.


Fotografía: La Esfinge obra de Francis Bacon.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy mi comentario va de la mano de Oscar Wilde que ha tenido la gentileza de cederme algún párrafo de su enigmática forma de escribir:

La Esfinge

"Acércate ya, ser de una extravagancia exquisita, mitad mujer, mitad animal.
Acércate, encantadora y lánguida Esfinge mía, ven a colocar tu cabeza sobre mi rodilla y déjame pasar una mano acariciadora por tu pecho y examinar tu cuerpo moteado como el de un lince. Déjame tocar esas garras ganchudas, amarillo pálido, y coger a manos llenas esa cola que, semejante a una monstruosa serpiente, se enrolla alrededor de tus patas aterciopeladas. Un millar de siglos lentos te pertenecen, cuando yo, en cambio, he visto apenas veinte estíos despojarse de su verde librea para vestir la librea abigarrada del otoño.
¡Esfinge falaz! Esfinge falaz: cerca de los cañaverales de la Estigia, el viejo Carón, apoyado en su remo, espera mi óbolo.

Parte tú antes y déjame ante mi crucifijo, desde donde el Pálido abrumado de dolor, pasea sobre el mundo su mirada desfallecida y llora por cada alma que muere: y llora en vano".

glòria dijo...

Pilar,
Edipo, - ¿cómo no? - es uno de mis mitos preferidos. La malvada Esfinge, al no proceder de la Biblia, no forma parte de la estupenda serie "Hijas de Lilith". Tal vez fuera una de sus antepasadas.
Mujeres malas, malas -por cierto ¿Y Jezabel?, historias truculentas pero ¿Quienes inventaron el mito de las mujeres malvadas? De la Biblia a la copla fueron ellos, los hombres.

Barbebleue dijo...

Preciosa muerte entre abrazos...

Edipo resuelve los enigmas para cumplir su terrible destino adelantado por el oráculo de Delfos. Escena y mito extraordinariamente musicados por Enescu en su recomendable ópera "Oedipe", que tendrá su momento en el Castillo.

glòria dijo...

Ui! Pilar, veo que sí has puesto a La Esfinge bajo el genérico "Hijas de Lilith".
¿Habrá más?
Besos!

pfp dijo...

Gloria, considero a la Esfinge si no hija biológica adoptada de Lilith. Y si, habrá más, preparate para esta noche.

Bbb, mejor morir entre abrazos que vivir sin ellos ¿no?. Esperaremos tú Oedipe, no se te olvide ¡plis¡

Josefina/Wilde, yo hubiera acabado en/con el óbolo.
Besos a los tres

Anónimo dijo...

Una vez vencida la Esfinge, plaga de muerte entre los tebanos, los dioses envían la peste. Tebas vuelve a pedir a Edipo que le libre de esta horrible lacra, pero los dioses exigen, a aquel que descubrió al hombre en el enigma de la horrible bestia, que se descubra a sí mismo, como asesino de su propio padre.
Edipo conoce el suicidio de la que es a la vez su madre y su esposa y, con sus alfileres de oro, se perfora los ojos, para no seguir viendo la luz del día.
Un drama como Dios (o los dioses) manda. Sí señor.