domingo, 5 de junio de 2011

Cecilia Gallerani


Cecilia Gallerani nació en Siena, en el seno de una familia que no pertenecía a la nobleza y que se estableció en Milán. Bella e inteligente, apareció en la corte de Ludovico el Moro a principios de 1489. Gracias a sus grandes dotes, sobre todo para la literatura y la música, fue llamada «Musa» y «Donna docta», y comparada con destacadas mujeres de la Antigüedad como Aspasia de Mileto (esposa de Pericles) o Asiotea (alumna de Platón). Con su atractiva personalidad, no tardó en participar en las tertulias filosóficas y otras actividades de la humanista corte milanesa. Al poco tiempo se convirtió en amante oficial del duque, que llevaba mucho tiempo casado pro verba con Beatrice d’Este, hija menor de Ercole I d’Este, duque de Ferrara. La ceremonia de la boda estaba fijada para el año 1490, pero Ludovico, concentrado en su relación amorosa con Cecilia, la retrasó una y otra vez para disgusto de su futuro suegro. En noviembre de 1490 el embajador ferrarés, Giacomo Trotti, informó al duque de que Ludovico estaba muy ocupado con su amante, quien no sólo era «bella como una flor» sino que además estaba embarazada.



La boda de Ludovico con Beatrice se celebró finalmente el 16 de enero de 1491, y poco después, el 3 de mayo de ese año, Cecilia Gallerani dio a luz al hijo de Ludovico, quien recibió el nombre de Cesare. Con este motivo el duque obsequió a Cecilia con unas propiedades en Saronno, pero la mantuvo junto con su hijo en la corte durante unos meses más, lo que le acarreó numerosas críticas. Al final, presionado por su esposa y su suegro, decidió casar a su amante con Ludovico Carminati de Brambilla, conde de Bergamino, y enviarla junto con su hijo al palacio de Carmagnola, su regalo para el pequeño Cesare. Cecilia murió en 1536, a la edad aproximada de 63 años, celebrada como poeta en italiano y en latín, elogiada por el novelista Matteo Bandello como «gran lume de la lingua italiana». Por desgracia no se conserva ningún poema suyo.




Fuente del texto: Polonia Tesoros y colecciones artísticas. Palacio Real de Madrid



Fotografía: Dama del armiño, obra de Leonardo da Vinci.

19 comentarios:

Josefina dijo...

Maravillosa esta obra de Leonardo da Vinci.Seductora personalidad la de esta donna docta, tan bella y tan inteligente; una vida apasionante, un lamentable sometimiento a la voluntad y elección del duque, pero una vida plena.
!Lamento profundamente no poder disfrutar de su literatura, de su sabiduría!

Gracias Pilar, me ha gustado mucho.

GLÒRIA dijo...

El sábado vi el reportaje en la 1 y me quedé encantada. Aún no he salido del ensimismamiento y para redondearlo, querida Pilar, hoy tú nosd brindas el interesante texto que resume la vida de Cecilia tan bellamente pintada por Leonardo.
Gracias, amiga.

Barbebleue dijo...

¡Bonito nombre!

Esdedesear dijo...

Me impresiona la obra.
Sthendal recomendaba a Bandello para conocer el fascinante mundo cultural del siglo XV.
Gracias Pilar

Joaquim dijo...

Una òpera Donizettiana o un dramón de D'anunzzio, en cualquier caso un relato apasionante y un retrato bellísimo.

pfp dijo...

confieso Conchita que me gustaría tener a mano la obra de Bandello, e ir poniendo rostros a sus historias,... quizá me anime al menos, a dejar de vez en cuando esos bellísimos retratos que nos dejaron los artistas del Renacimiento.

Josefina, Gloria, Barbazul, Conchita, Joaquim, un abrazo

Robín dijo...

Notemos que al contrario que Goya, Da Vinci pinta bien, incluso a los personajes secundarios. El aragonés hubiera pintado mal, a propósito, al menos a uno de ellos, probablemente a la dama ,por ser cortesana, de la corte. No hay segundos planos en Leonardo, ni borrones ni incertidumbres ni inprecisiones, todo tiene voluntad de claridad sobre el fondo oscuro. El personaje secundario , objeto del cariño de la dama, parece estar observando la misma escena de fuera del cuadro que su protectora y no con menor interés. Conjunción e igualdad ,sin clases,de las figuras; democracia sin necesidad de falsas revoluciones enmascaradoras de la voluntad de poder de tercios actores. Serenidad y acogimiento en los semblantes, invitación a la contención y al reflejo.

pfp dijo...

Los Faros

Por Charles Baudelaire
Versión: Hernán Isnardi

Rubens, río de olvido, jardín de la pereza
Almohada de carne fresca donde no se puede amar,
Pero donde la vida afluye y se agita sin cesar,
Como el aire en el cielo y la mar en la mar.

Leonardo de Vinci, espejo profundo y sombrío,
Donde ángeles encantadores, con una suave sonrisa
Cargada de misterio, surgen a la sombra
De los glaciares y de los pinos que encierran sus tierras.

Rembradt, triste hospital colmado de murmullos,
Y un gran crucifijo decora solamente,
Donde la oración en llanto se despide de la basura,
Y donde un rayo de invierno la atraviesa bruscamente;

Miguel Angel, vago lugar donde se ven Hércules
Mezclarse a los Cristos, y se levantan todos rígidos
Fantasmas poderosos que en los crepúsculos
Desgarran su sudario estirando los dedos;

Cóleras de boxeador, impudor de fauno,
Tú que supiste recoger la belleza de los granujas,
Gran corazón lleno de orgullo, hombre débil y amarillo,
Puget, melancólico emperador de los forzados;

Watteau, ese carnaval donde tantos corazones ilustres,
Como mariposas, vagan centelleando,
Decorados frescos y ligeros iluminados por arañas
Que vuelcan la locura en este baile giratorio;

Goya, pesadilla repleta de cosas desconocidas,
De fetos que se hacen cocer en medio de los sabbats,
De viejas frente a espejos y niñas desnudas,
Para tentar a los demonios ajustando bien sus medias;

Delacroix, lago de sangre que frecuentan ángeles malvados,
Sombreado por un bosque de abetos siempre verde,
Donde bajo un cielo de pena, extrañas fanfarrias
Pasan, como un leve suspiro de Weber;

Esas maldiciones, esas blasfemias, esos lamentos,
Esos éxtasis, esos gritos, esos llantos, esos Te Deum,
Son un eco repetido por mil laberintos;
Son para los corazones mortales, un opio divino!

Es un grito repetido por mil centinelas,
Una orden transmitida por mil portavoces;
Es un faro iluminado sobre mil ciudadelas,
Un llamado de cazadores perdidos en los grandes bosques!

Porque en verdad, Señor, el mejor testimonio
Que nosotros podríamos dar de nuestra dignidad
Es el ardiente sollozo que rueda las edades
Y viene a morir al borde de tu eternidad!

Robín dijo...
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Robín dijo...
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Robín dijo...
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Robín dijo...
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Robín dijo...
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Robín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Robín dijo...

Con algunas correcciones menores y sin estar seguro aún que no hay algún pequeño error no buscado; los cambios de palabras o de entonaciones queridos,voluntarios, los conozco:


Los Faros (Baudelaire)


Rubens, río de olvido, jardín de la pereza,
Almahoda en carne fresca en donde no hay amar,
Pero donde la vida fluye y se agita en destreza,
Como el aire en el cielo y la mar en la mar;

Leonardo de Vinci, espejo profundo y oscuro,
Donde ángeles de encanto, con dulces expresiones
Cargadas de misterio, se ofrecen a lo duro
De glaciares y pinos que cierran sus regiones;

Rembrandt, triste hospital repleto de antojos,
Y de un gran crucifijo decorado solamente,
Donde el rezo en lloros exhala de los despojos,
Y de un rayo de invierno atravesado bruscamente;

Miguel Angel, lugar vago donde Hércules enlazan,
Mezclándose con Cristos y se levantan rectos,
Fantasmas poderosos que el crepúsculo ensalzan,
Desgarran su sudario estirando los dedos;

Cóleras del boxeo, impúdico animalino,
Tú que prendiste belleza en los desclasados,
Corazón henchido de orgullo, hombre débil ambarino,
Puget, melancólico emperador de forzados;

Watteau ese carnaval donde corazones ilustres,
Como esas mariposas erran brillando,
Decorados frescos y ligeros alumbrados por lustres,
Que vierten la locura al baile, chispeando;

Goya, pesadilla llena de cosas menudas,
De fetos que se cuecen en medio de magias,
De viejas con espejo y de niñas desnudas,
Para tentar demonios ajustando nostalgias;

Delacroix, lago en sangre que surcan ángeles malos,
Umbrío por un bosque de abetos como en éter,
Donde bajo el cielo triste, fanfarrias como halos,
Pasan, como un suspiro ahogado de Weber;

Esas maldiciones, esas blasfemias, esas quejas,
Esos extásis, esos gritos, esos llantos, esos Te Deum,
Son un eco repetido por mil madejas;
Es para los corazones mortales un divino opium!

Es un grito repetido por mil centinelas,
Una orden dada por mil portavoces;
Es un faro alumbrado sobre mil citadelas,
Una llamada a cazadores perdidos en las hoces!

Porque cierto es, Señor, las mejores mitades
Que pudiéramos dar de nuestra dignidad,
Que este ardiente llanto que enlaza las edades
Y viene y muere al borde de su eternidad!

pfp dijo...

espero anonimo que hayas disfrutado realizando tu personal traducción y te agradezco que hayas dejado la primicia en el "pequeño formato".

Saludos.

okupa dijo...

dedicado a Jorge Semprún:

http://www.youtube.com/watch?v=dSfc662vXZU

Robín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
pfp dijo...

Anonimo,gran responsabilidad la traductor. Quien fuera bi, trilingüe¡¡¡

En "Los Faros", Baudelaire -que a mí siempre me echa una mano- delimita su ideal estético, enumerando a los artistas que iluminan su vida como auténticos faros, entre ellos Da Vinci, y Goya.


Gracias otra vez anonimo, y saludos de nuevo.

Semprun siempre me pareció joven, besos okupa.