lunes, 9 de mayo de 2011

debilidad personal y maravillas del equilibrio

"Esta ha sido una semana de mareos y vértigos. Creo que lo llaman el síndrome de Ménière (el Dr. Ménière visita a sus elegidos, se instala en un lugar recóndito del oído y los invita a un viaje en barco). Conozco la situación. Es prácticamente imposible librarse de ello. Es una dolencia caprichosa. El mar puede estar más o menos agitado. Puede ser un enojoso balanceo o súbitos golpes de ola, con Ménière al timón. Se oye silbar el viento en los palos. Al cabo de unos días o de unas semanas Ménière desaparece y puede espaciar su próxima visita más de un año. Hay quien tiene instalado al Doctor en el oído en permanencia. Afortunadamente aún no es mi caso.




En realidad, la víctima no comprende exactamente en que consiste su enfermedad y acude con frecuencia a la metáfora del barco o del tobogán (otro de los pasatiempos preferidos del microscópico Doctor, que a estas alturas ya sabemos que está loco). La sensación de vértigo llega a ser tan brutal que puede dar con la víctima en el suelo, por lo que el mejor consejo es permanecer tumbado. Hay quien prefiere estar a oscuras. De todos modos, en esas circunstancias es difícil leer un libro.


Los especialistas no diagnostican con exactitud a qué se deben esas alteraciones del sistema del equilibrio. Yo solo puedo contar lo que me ha dicho el especialista que me ha tratado a mí. O al menos lo que yo he entendido. En las profundidades del oído interno se encuentra el giróscopo del cuerpo humano. Parece que se trata de un sistema de fluidos que ajusta continuamente su nivel de forma que podamos efectuar cualquier movimiento sin desmadejarnos por el suelo, incluso movimientos tan rápidos y sofisticados como los que realiza una bailarina, un gimnasta o un jugador de fútbol. Me asombra imaginar la velocidad de adaptación del cerebro y la inmediata reacción muscular a las indicaciones que envía el giróscopo. Al mismo tiempo, el sistema está íntimamente relacionado con la visión, de modo que al andar no se produce ante nuestros ojos el efecto de una cámara que se mueve. El giróscopo compensa ese movimiento. Todo esto es extremadamente complicado y el aparato que lo rige es diminuto. Los vértigos se producen cuando, por cualquier causa, la información que trasmite el giróscopo no es analizada correctamente por el cerebro.

Se puede aprovechar la situación para examinar algunas cosas. Por ejemplo, nuestro grado de dependencia de la realidad subjetiva. Se llega a comprender, aunque sea de forma casi experimental, el estado en que se encuentra un demente cuando cree que la realidad que él vive es la realidad real. Es decir, quien viaja un instante con Ménière comprueba que el pasillo de su casa está súbitamente ondulado, o que la casa se mueve y él debe sujetarla apoyando las manos contra las paredes del pasillo.

Tengo un par de ejemplos tomados durante estos días. El primero es una situación con luz, con los ojos abiertos, en posición horizontal, decúbito supino como dicen en los informes judiciales. Serían las diez de la mañana. De repente la habitación empezó a girar a toda velocidad en el momento en que la víctima alzó ligeramente la cabeza. Solo fue cuestión de unos segundos. Era como un tiovivo loco. (La víctima soy yo pero prefiero distanciarme para observar el fenómeno.) El espejo, los cuadros, y la moldura de escayola se desplazaron con la velocidad de un látigo. Nadie pensará que la habitación hizo ese giro de peonza, físicamente imposible, pero esa era mi situación real.


El siguiente ejemplo tuvo lugar a oscuras, tumbado en la cama, con los ojos cerrados. Se produjo un desplazamiento hacia la posición decúbito lateral (la víctima se dio la vuelta sobre un costado).Al instante se abrió un abismo en medio de la cama. El espacio terminaba allí, en un caída vertical sin fondo. Nadie pensará que en medio de una cama puede abrirse repentinamente un abismo, lo mismo que nadie piensa que una habitación puede dar vueltas por sí sola, pero este es el caso. El instante de demencia de Ménière expulsa la realidad objetiva y nos convence de otra realidad vertiginosa."

Texto de Manuel de Lope . Azul sobre azul. RBA ediciones.


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Comparto con De Lope visitas del Dr. Ménière, su texto me ha parecido genial, didáctico, y muy divertido. No me gustan nada las visitas del Dr. Ménière, porque durante su estancia, mi cabeza -como bien dice de Lope- no puede procesar ni música ni lectura, únicamente pedir a San Dogmatil (el tratamiento) que haga efecto pronto. De Lope es un escritor tan extraordinario que es capaz de trasformar la palabra vértigo, equilibrio, en una bella pieza de LITERATURA.





Dedicatoria especial a Gloria que tanto se preocupa por mí y que además me recomendó entre otros, el Azul sobre azul .




ps: ya estoy con el pañuelito blanco diciéndole adiós al Dr. Ménière, se marcha en su barco de pesadilla, espero que esta vez tarde en volver.




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Fotografía: Inestable equilibrio. Collage y acrílico sobre tabla, obra de pfp. 1999


5 comentarios:

Allau dijo...

Menos mal que ya está zarpando, porque la descripción es aterradora. ¡Cuídate mucho, Pilar!

pfp dijo...

por fortuna ya se vá sí, gracias Allau,

un abrazo

GLÒRIA dijo...

¿Cómo date las gracias por un regalo tan sorprendente como movido?
Pues te las doy con un beso lleno de afecto y, con otro pañuelo blanco te ayudo a ahuyentar al Dr. Meniere.
Celebro que disfrutes, como yo, a De Lope y lo dices muy bien, convierte palabras como "vértigo" en piezas literarias.

GLÒRIA dijo...

Ui! Veo que la obra que ilustra el post es tuya. Realmente inestable equilibrio pero hasta hoy se sostiene.
Otro beso.

pfp dijo...

ya ves Gloria, desde el 99 todavía aguanta aunque creo que ya está para poco...

pesos patí