Viajar de San Petersburgo a Moscú a través de ríos, lagos y canales no es la manera más rápida de viajar pero si una de las más bellas y relajantes.
La distancia total del viaje es de 1.769 km. y se inicia remontando el río Neva, hasta su nacimiento en el lago Ladoga. Es este un lago de agua dulce cerca ya de la frontera con Finlandia, tiene una área de cerca de 18.000 km cuadrados y una profundidad máxima de 230 m, es el mayor de Europa y el barco lo atraviesa por el sur, hasta llegar al río Svir uno de sus principales afluentes, que fluye en dirección oeste desde el lago Onega conectando los dos lagos más grandes de Europa.
El lago Onega con una superficie cercana a los 10.000 km cuadrados y una profundidad máxima de 120 m tiene en su interior 1.369 islas y desembocan en él 58 ríos.
En la parte norte del lago se encuentra la isla, Kiji, que da nombre a un pequeño archipiélago, tiene una superficie, de 7 km y una anchura de apenas 500 ms. y alberga una bellísima muestra de la arquitectura tradicional en madera, del siglo XVIII. El carácter excepcional de este conjunto monumental le ha valido ser inscrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad.
En el centro de la isla, casas de campo, graneros, molinos de viento y baños rusos, todo edificado en madera. La joya de este conjunto único es la Catedral de la Transfiguración, obra de carpintería coronada por 22 cúpulas plateadas, que forman una especie de pirámide, toda ella ensamblada sin clavos ni elementos metálicos. A dos pasos está la Iglesia de la Intersección, de humildes proporciones pero extraordinaria también , contiene una colección única de primitivos iconos y un bello Iconostasio barroco.
Habitadas desde el siglo II d. C , las negras y fértiles tierras de Kiji, fueron lugar estratégico para la Ruta Comercial del Báltico, convirtiéndose en una etapa importante para la ruta de colonización por los aventureros rusos. Generaciones de arquitectos y carpinteros que trabajaron en Kiji, participaron de forma muy activa en la construcción de San Petersburgo.
La llegada de visitantes a este entorno es fundamental para la vida del lugar, situado en los confines nórdicos de Rusia, así mismo su desarrollo turístico esta controlado con reglas muy estrictas a fin de protegerlo.
Fotografía: pfp. Cúpulas de la Catedral de la Transfiguración. Kiji
(Las placas y elementos metálicos que pueden observarse al clickar la foto, corresponden a las obras de restauración y mantenimiento)
5 comentarios:
En medio del inmenso lago, querida criatura, no debe haber wifis, cobertura de móviles y todo eso ¿verdad?. Una temporadita (veraniega) por esos confines, ¿crees que me relajaría completamente?.
Yo me he hecho ya la composición de lugar y creo que si, aunque no sé si sería capaz de pasarme mucho tiempo, quizás acompañado de Rimski, Borodin y el resto de la pandilla, sería posible.
En cualquier caso, que lejos están esas gentes de nuestras preocupaciones, ilusiones y miserias.
Tus relatos eslavos me encantan, como no podía ser de otra manera y claro, me han renacido las ganas de visitar Rusia y acercarme al Ladoga o el Onega, quizás este último más, por llevarme inmediatamente al Onegin, que quieras o no, tira mucho.
Besos
Transfigurado en Kiji, así me quedaría yo al verme reflejado en la humedad del lago, tras escuchar la hermosa música que habita en esas iglesias y capillas.
Hay algunos mundos que no están en éste.
querido Joaquim, decirte que sí, que hay cobertura electrónica y telefonica en estos bellos parajes, donde también existen graves problemas. La condición humana es lo que tiene hasta en el más recóndito rincón "liamos la troca", pero la vida aunque dura, por el aislamiento y las condiciones climáticas, parece más sencilla, más básica, más despojada de lo superficial... creo
La música, el canto a capella en estas Iglesias querido Barbazul, es de otro mundo si, pero están en este, te lo aseguro, yo las escuché.
Pilar, paseo contigo por esos lugares y (gran suspiro)me muero por ir a ver lo que cuentas. Gracias y un beso
Querida Pilar:
Nunca te agradeceré lo bastante estos textos tan rigurosos como sentidos-son como una amena clase magistral sobre las Rusias-y esta fotografía inverosímil donde la madera esculpida, tallada, trenzada, parece crujir con cierto dolor en un abrazo a sí misma. Te sigo y te espero.
Siempre besos, Pilar.
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