El padre de Pieter le legó a su único hijo algo más que una ventaja de salida en su carrera artística, le legó también un buen pasar.
Pieter entró en plena posesión del patrimonio familiar a la muerte de su madre, cuando había decidido dedicarse a la pintura arquitectónica. Lo más importante del patrimonio familiar era una participación en la compañía Holandesa de las Indias Orientales que habría bastado para proporcionarle a su propietario una renta desahogada para toda su vida. Pieter , administró esa herencia sabiamente , conservando lo principal y gastando los intereses.
Compró dibujos, cuadros, estampas y libros, reuniendo una pinacoteca de gran valor que a su muerte se tardó cuatro días en subastar. Es probable que su hija única, Anna, recuperase en esa venta todo el caudal que su padre había invertido en obras de arte y libros.
Por su naturaleza también los gastos de Saenredam en cosas inmateriales beneficiaron a su posteridad, dedicando mucho tiempo al gremio de San Lucas de Haarlem, y cuando contaba cuarenta y tantos años sirvió un mandato como decano del gremio, lo cual enalteció su rango de artista y el de su familia.
Saenredam que siempre trabajó sin aprendices y empleaba materiales costosos y duraderos era muy minucioso y esmerado en la preparación de sus pinturas, por lo cual su producción era lenta. Entre 1628 y 1663 completó una media de cuadro y medio al año. En una época en que la saturación del mercado obligaba a los artistas hacer hasta un centenar. Cobraba caro lo que a menudo suponía vender poco y tener que depender de su patrimonio familiar. Lo que atraía a sus clientes hasta el punto de pagar sus extraordinarios precios eran los temas.
Pieter entró en plena posesión del patrimonio familiar a la muerte de su madre, cuando había decidido dedicarse a la pintura arquitectónica. Lo más importante del patrimonio familiar era una participación en la compañía Holandesa de las Indias Orientales que habría bastado para proporcionarle a su propietario una renta desahogada para toda su vida. Pieter , administró esa herencia sabiamente , conservando lo principal y gastando los intereses.
Compró dibujos, cuadros, estampas y libros, reuniendo una pinacoteca de gran valor que a su muerte se tardó cuatro días en subastar. Es probable que su hija única, Anna, recuperase en esa venta todo el caudal que su padre había invertido en obras de arte y libros.
Por su naturaleza también los gastos de Saenredam en cosas inmateriales beneficiaron a su posteridad, dedicando mucho tiempo al gremio de San Lucas de Haarlem, y cuando contaba cuarenta y tantos años sirvió un mandato como decano del gremio, lo cual enalteció su rango de artista y el de su familia.
Saenredam que siempre trabajó sin aprendices y empleaba materiales costosos y duraderos era muy minucioso y esmerado en la preparación de sus pinturas, por lo cual su producción era lenta. Entre 1628 y 1663 completó una media de cuadro y medio al año. En una época en que la saturación del mercado obligaba a los artistas hacer hasta un centenar. Cobraba caro lo que a menudo suponía vender poco y tener que depender de su patrimonio familiar. Lo que atraía a sus clientes hasta el punto de pagar sus extraordinarios precios eran los temas.
Aunque Saenredam, calvinista, pintaba iglesias donde sólo estaba permitido el culto calvinista, era capaz de catolizar los templos si la ocasión lo requería, los católicos formaban un grupo muy numeroso de población y Saenredan tuvo sin duda amistad con muchos de ellos.
Una de las representaciones mas espectaculares de un órgano las pintó Saenredam en una vista de San Bavón . Cuando se realizó esta pintura el órgano estaba recién restaurado y había surgido una controversia sobre la conveniencia o no de tocar durante los oficios religiosos. La pintura de Saenredam parece apoyar la tesis favorable al uso de la música sagrada en la iglesia. Vemos pues que Saenredam puso sus dotes de artista al servicio de diversos intereses personales, sociales y profesionales, suyos y de sus mecenas.
Observando, estudiando su obra y su personalidad, las pinturas nos sacan del circuito cerrado de la superficie de las tablas por el pintadas, y nos introducen en el mundo del propio artista.
Fuente:FMR edición española 1991
Fotografía: Vista transversal de la cabecera de San Bavón de Haarlem, desde el lado sur del deambulatorio hacia los órganos pequeño y grande y la Capilla de la Natividad. Obra de P. Saenredam
1 comentario:
Pues claro que sí, ya estoy escuchando el órgano. Gracias.
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