A unos 2 km al oeste de la ciudad de Kioto se encuentra el templo de Kinkaku-ji. Se puede traducir como el Pabellón Dorado, una imagen de extraordinaria belleza que se refleja en el estanque que lo rodea.
El sogún (noble feudal japones) Ashikaga Yoshimistu (1358-1408) adquirió la residencia y la transformó en un pabellón dorado, y la usó como villa de retiro.
Por expreso deseo suyo la villa, se convirtió en Templo tras su muerte.
Kinkaku-ji sobrevivió hasta 1950 año, en que fue incendiado premeditadamente por un monje demenciado. Este hecho fue novelado por Yukio Mishima en su libro Kinkakuji (1956).
Yukio Mishima (1925-1970), escritor y dramaturgo japonés, destacó como extraordinario novelista en Confesiones de una máscara (1948) Kinkakuji (1956) Después del banquete (1960) y El mar de la fecundidad (1970) entre otras, y como renovador del no, genero teatral tradicional de Japón. Autor de ensayos y del filme Yukoku del que fue director, gionista e interprete principal. Hombre de ideas fuertemente militaristas protagonizó su suicidio en la mañana del 25 de noviembre de 1970, practicando la ceremonia del Seppuku (termino japones empleado para denominar el suicidio ritual por desentrañamiento) como protesta por lo que el consideraba decadencia y occidentalización del Japón.
El Seppuku fue una práctica común entre los samurais que consideraban su vida como una entrega al honor de morir gloriosamente, rechazando todo tipo de muerte natural.
Las mujeres nobles, podían también enfrentarse al suicidio por múltiples causas; para no caer en manos de sus enemigos o para seguir en la muerte a su marido y señor.
Técnicamente el suicidio de una mujer no se considera Seppuku, ya que en lugar de abrirse el abdomen se practicaban un corte en el cuello, seccionandose la arteria carótida con una daga de doble filo llamada Kwaiken.
En japonés el termino hara-kiri no se emplea por considerarse vulgar.
Kinkaku-ji fue reconstruido en 1955 en copia exacta del original y fue objeto de posterior restauración en la década de 1990
Fotografía: pfp Kinkaku-ji o Pabellón Dorado
8 comentarios:
Me fascina el ambiente de misterio que supone para un occidental adentrarse o intentar comprender el pensamiento oriental... El primer impulso es rechazar, pero me atrae... Mishima fue consecuente con su ideología (no vale juzgar), huyendo de algo que le sobrepasaba, lo intuyo.
Hubiera preferido que no se reconstruyera el Templo Dorado, que quedara en el recuerdo histórico y fuera sólo el perfume de lo trascendente... Hay cosas, vidas, situaciones que no se pueden reconstruir,tienen que volver a nacer de otra manera.
Pilar, me preocupa el azul de tu retrato: ¿has contactado con la divinidad de tu propio ser? No es broma, lo digo en serio.
Pilar,
Muy interesante el post anterior y el presente. La fotografía es preciosa. De Mishima leí una biografía. Un hombre complicado. Intenté conocerlo a través de una novela corta que me transmitió sensaciones de un mundo remoto y, para mí, difícil.
A partir de ya entiendo que la Señora Mariposa se hizo el "Sepukku" ¿ o tenía otro nombre por el hecho de cometerlo una mujer? Leyendo tu post he tenido que recordar a Marguerite Yourcenar, gran experta en temas japoneses, Mishima incluido.
Como puedes ver tenía ganas de charlar contigo.
Un abrazo!
Leyendo el libreto de la "Señora Mariposa", parece que su suicidio no fue un Seppuku o un desentrañamiento sino que intentó seccionarse la arteria carótida.
Pero, teniendo en cuenta que le dio tiempo de coger el velo blanco que estaba sobre el biombo, ponérselo al rededor del cuello y dejarse ver nuevamente en escena, y caminar hacia su bambino, yo creo que se seccionó "sólo" las yugulares, que no provocan una muerte tan inmediata...
humm, que rico!! Leer de yugulares, desentrañamientos amor a la patria y charcos de sangre, ha hecho que me entre antojo de comerme un platazo de jamón con pan con tomate. Amen.
Pablo
Hago como pjdfp: prefiero un pa amb tomàquet i pernil a todos esos ritos, para mí incomprensibles, y que en catalán denominaríamos “de sang i fetge” que contrastan con la serena belleza del templo y de su entorno (¡preciosa foto!).
Seré, a los ojos rasgados de los japoneses, tan del arroyo como ellos quieran, pero "hara-kiri" me suena a lo que siempre me ha sonado y, en cambio, no puedo evitar que "seppuku" me suene a nombre de almacenes. ;)
vale la pena el esfuerzo de mantener el blog por recibir vuestras respuestas, Enric, me haces reir siempre, tienes razón no había caido Seppuku es nombre de almacenes, fijo.
Gloria cuando escribí el post pensé que seguro tú conocerías a Mishina, yo voy a intentar localizar la novela Kinkakuji no puede ser menos y hablaremos, un gusto.
Kundry se nota que las arterias y las venas y los libretos los dominas.
Pablo, ¿ves como eres un peligro?.
Josefina tú también eres un peligro, el azul de mi retrato es una simple cuestión de afinidad con el azul-rodillo de Klein.Hasta que me de otra vez la rebolera y lo cambie.
Besos y gracias a todos
el sitio es tan precioso que no hay que hacer esfuerzo por encuadrar, casi de cualquier ángulo sale una buena foto
Sabía que era el azul de Klein, por eso te pregunté si habías llegado a fondo, que es llegar a ti misma en profundidad, después de este viaje maravilloso... Gracias por tu blog y gracias por la amistad que creas entre todos nosotros.
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