Joven caballero en su estudio. 1480-1556, obra de Lorenzo Lotto
Los jardines de Bomarzo, en los que Manuel Mújica Lainez se inspiró para dar vida a su novela, Bomarzo (1967), se encuentran situados en la provincia italiana de Viterbo, a un centenar de kilómetros de Roma, y su creador, el auténtico duque Pier Francesco Orsini II , los realizó en los alrededores de su castillo en memoria de su difunta esposa Julia Farnesio. Reciben estos jardines también, el nombre de Parque de los Monstruos o Bosque Sagrado, y están llenos de gigantescas figuras talladas en la piedra propia de la orografía del lugar; son figuras marcadas por la desproporción, máscaras gigantes, bocas que son grutas, animales imaginarios... Estos jardines, largamente olvidados, se revalorizaron a principios del siglo XX con la llegada de turistas famosos tales como Salvador Dalí y por el interés que suscitaron entre los artistas surrealistas. En la estela de este descubrimiento llegaría la visita de Mújica Lainez y tras ella el interés que suscitó en él los personajes que pudieron habitar esa realidad, de ahí nació, Bomarzo
La vida y aventuras del atroz y extravagante duque de Orsini, sus incontables hazañas y desgracias, constituyen el gran mural en el que Manuel Mujica Lainez despliega una visión lúcida y objetiva de los manejos de la política y del poder de la Italia del siglo XVI, un laberinto de traiciones y violencias alimentan esta obra, donde Pier Francesco Orsini, sueña con la inmortalidad, pero la traición lo aguarda en el filtro que debía de hacerlo inmortal y muere envenenado.
La ópera en dos actos y quince cuadros con música del compositor argentino Alberto Ginastera y libreto del propio Mujica Lainez basado en su novela homónima, se estrenó en el Listern Auditorium de la ciudad de Washington en mayo de 1967. Con motivo de ese estreno, el genral Onganía, entonces presidente de la República Argentina, firmó un decreto por el que se designaba a Manuel Mujica Lainez y a Alberto Ginastera ministros plenipotenciarios debido a la importancia que revestía la ópera como difusión de la cultura argentina. Pese a los honores diplomáticos de entonces y a la triunfal representación en el Lincoln Center de Nueva York, en 1968 un decreto oficial prohibió su representación en el Teatro Colón de Buenos Aires, por considerarla inmoral.
Una verdadera tormenta se declaró en Buenos Aires contra la censura oficial; las protestas de las Academias instituciones culturales y personalidades del mundo intelectual se multiplicaron, aunque también hubo voces que aplaudieron la medida represiva. La aparición de la novela Bomarzo había tenido una repercusión comparable a la que marcó Rayuela de Julio Cortazar, pero la mayor repercusión llegó con el escándalo suscitado por la prohibición como ópera, pero autorizarse libremente la difusión de la novela. Mujica Lainez llegó a la conclusión de que lo que los censores argentinos consideraron inmoral era sin duda, la música.
Bomarzo tuvo que esperar la caída del gobierno del Presidente, General Onganía (1966-1970), para poder ser estrenada en el Teatro Colón el 29 de abril de 1972, con el mismo elenco que la interpretó en Estados Unidos y bajo la dirección de Antonio Tauriello.
La música de Ginstera es deslumbrante, toda la ópera alcanza una intensidad que no decae en ningún momento, gracias a la estrategia compositiva del maestro Ginastera, que la organizó en dos actos, divididos en quince cuadros independientes pero simétricos, unidos por catorce interludios instrumentales.
Una extraordinaria representación que se ha podido disfrutar en la temporada 2016/17 del Teatro Real en Madrid, en coproducción con De Nationale Opera de Ámsterdam.
5 comentarios:
ya tiene mérito escribirle música a ese monumento de novela; si además es buena y te la censuran, el éxito es cuestión de tiempo. Un bravo por Ginastera; a Mújica Lainez hace tiempo que se lo había dado...
El libro es tan largo y el tiempo tan corto pero vista la reseña i el comentario de Barbe tendré que leerlo. Y esuchar después la obra de Ginastera que tanto me gusta.
no lo dudes Gloria, el tiempo es par disfrutarlo; el comentario de barbazul, no exagera un ápice.
besos para los dos.
Maravilloso el libro, me encantaría disfrutar de esa ópera, ahora que me he aficionado a ella (después de mayor).
Un beso
Nunca es tarde si la dicha es mucha! Un abrazo Virgi
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