Oyó, ¡fin, fuera todo¡ y un silencio descorazonador... Oyó entrar a su mujer en la sala de aparatos y montar un cuadro histérico que a todo el mundo le parecería muy adecuado para la ocasión ... la conocía, bordaba las situaciones... oyó como se la llevaban entre gritos y llantos desesperados ... Oyó como metían cosas en cajas y cerraban gruesas cremalleras muy cerca de él... oyó como comentaban entre ellos el atasco monumental que les había impedido llegar antes... Oyó a una mujer cabreada pidiendo una hoja de reclamaciones a la Dirección, la misma voz que había dirigido el cotarro desesperado de su ¿reanimación?... ¡que risa¡... Se acordó que hace minutos estaba corriendo en la cinta estática, viendo en una pantalla un partido de tenis interminable ... Recordó lo pesado que se había puesto el médico aquella mañana, insistiendo en la necesidad de que volviera hacer ejercicio, ¡si, que risa¡... Se acordó de Luisa, su amante, lo único decente que había actualmente en su vida... ¡pobre, que disgusto se iba a llevar¡... se acordó del lío tremebundo de la Inmobiliaria ¡ más risa¡ ... y de la interina, Carmen, una señora de Alcorcón que cocinaba de miedo solo para él... pasó por alto a sus hijas y yernos ... de buena se libraba ¡al fin¡... y de pronto se vio en el altar mayor de la Catedral , de frac, casándose, encantado por haber conseguido el suegro más influyente de la ciudad ... Y luego vio a Manolo y a Carlos y a José Miguel compartiendo tortilla de patata y jugando al mus en aquel piso alquilado, sus tres compañeros de estudios, borrados hace mucho tiempo ya de su memoria y de su amistad... Y se vio en el patio del colegio con una bata a rayas azules y blancas, abrochada con botones y cinturón, jugando a la pelota ...y olió a tiza y a lapiceros y a goma de borrar... Y luego vio a su madre muy joven, esperándole en la puerta del Colegio y llevándole de la mano a casa... Y más tarde aún vio puntillas y encajes y tules muy cerca de sus ojos y oyó risas y parabienes y ruido de copas chocando y olió a tabaco y a rosas ... más tarde vio oscuridad y humedad y calidez y bienestar y entonces cerró los ojos y se dejó llevar por un sueño profundo del cual tuvo la inmediata seguridad de que nunca jamás iba a despertar.
Fotografía: Obra de Nancy Spero
PD: sin leer a Alejo Carpentier no se me hubiera ocurrido la mecánica de este relato así que modestamente, a la memoria de este gran escritor
15 comentarios:
Precioso y temible viaje.
Por un momento he pensado que al final del relato, leería la convocatoria del segundo concurso de relatos. MUERTE EN EL GIMNASIO, pero no. ¡Qué alivio!
Un petó
Pilar:
El relato es muy interesante y tiene un ritmo admirable. Hablas de algo que no nombras y que es recurrente en ti. Y también en mí, hermana astral.
Un beso afectuoso com sempre.
Tal vez por lo temible de este postrer viaje, no hablamos nunca del final de nuestras vidas, lo evitamos siempre... Habrá tantos sueños de tránsito como seres humanos hay y si, a cada uno de nosotros así le sucede, me gustaría podernos encontrar para decírnoslo como hacemos ahora viviendo. La sensación de "para siempre", la dejaría abierta.
Rotundo relato, muy hermoso, Pilar.
Dicen que los espiritistas de finales del XIX y principos del XX haían conseguido que indivíduos sometidos a hipnosis hiciesen este camino retrospecivo que nos propones, superando incluso el momento de su nacimento y llegando a su vida anterior. Yo no me creo nada, pero sería interesante que esto fuese cierto, ¿no?
Un buen relato. Noto cierta mala gaita en la descripción de su vida, no se habla con sus hijas,especulatoris inmobiliaense ibericus, sin amigos, tratando de arreglar su salud en un día...
Pero en el fondo humano.
Cuando yo era pequeña estaba convencida de que al llegar a una determinada edad, uno volvía a desandar el camino. Y cada vez que mi madre me reñía por algo, lanzaba mi amenaza: ¡me las vas a pagar! ¡ya verás cuando yo sea mayor y tú pequeña!
Tu relato me lo ha recordado. Magnífico, y como dice Gloria, con un ritmo admirable.
Y no menos magnífica la sucinta pero atinada descripción del personaje que hace Pablo. En poquitas palabras le ha hecho un traje a medida. ¡Vivan mis sobrinos! (y, por supuesto, la madre que los parió).
Un beso
en cierta manera así fué Eponine, o ¿no te acuerdas? ella acabó siendo una niña buena, y tú su madre, que la cuidó y la atendió, solo que nunca la reñiste claro que nunca dió pié, la "pieza" fuiste tú.
Por otro lado tú amor por tus "sobris", ha quedado patente.
Espacio y tiempo, dos conceptos por lo visto relativos Titus, no vale la pena ser muy escéptico, ya ves, el Grial, en platillo volante en alguna Galaxia perdido...
Joaquim, Josefina, Paluji, gracias por acompañarme. Gloria te mando mi correo es muy complicado ponerme en contacto contigo. pfpinedoa@hotmail.com te escribo a vuelta de correo. Besos a todos y cada uno
Ya oigo los chapoteos en el líquido amniótico. Hmmm... ahora estoy muy a gusto. Gracias.
Por mi profesión, me toca ver diariamente a pacientes que, tras hacerles mil y una perrerías, como cortarles o tallarles los huesos, introducirles tallos metálicos por la médula de la tibia o del fémur, atornillarles fragmentos, etc. etc., se despiertan con una cara feliz, no recuerdan nada, de nada y mientras les dura la analgesia, se sienten en el cielo. Cuando recobran la consciencia total, ninguno recuerda nada de la operación que ha sufrido.
En realidad es como si durante ese tiempo, hubieran perdido su alma.
O, (perdón) como si no hubiera...
Kundry eso que explicas si que es un milagro... pero de la ciencia
Sr. del Castillo ¿tiene Vd tras una de las siete puertas una piscina con liquido amniotico o es que se nos ha ido al más allá sin avisar?
Besos a los dos
Uy, uy, uy… Yo, como Glòria, también soy hermano astral tuyo, pero, en mí, no es éste precisamente un tema nada, pero que nada recurrente, tanto es así que cuando he leído que el protagonista oía cerrar cremalleras cerca de él ya he intuido enseguida de qué iba la historia, que he acabado de leer, pero sin poderme quitar del pensamiento el escalofriante sonido de la cremallera cerrándose.
Yuyu, yuyu… Lo siento, soy un “cagueta”. :)
Jaja, Kundry, Me acuerdo la vez que me operaste del tobillo, cuando me desperteé lo primero que me acuerdo es una enfermera diciendome una y otra vez que escupiese. Yo pensaba: "que pesada, que me deje dormir cinco minutitos más!!"
Por cierto. Vaya tía que tengo!!
Y, hablando de experiencias en el gimnasio, un día nos cuentas la del parking del gimnasio, que seguro que nos reiremos más, sobretodo Enric...
la verdad es que lo que no me pase a mi... ¡dios, que castigo tengo¡...
lo intentaré Gori, y se lo dedicaré a Enric, vale.
Publicar un comentario