El guía que me recoge en la puerta del Hotel de Hiroshima, conduce su propio taxi un monovolumen negro tapizado con puntillas blancas impolutas, como todos los taxis de Japón, es un hombre de unos treintaitantos, delgado de estatura media, pantalones negros a raya y camisa blanca con los puños remangados. De entrada me carga un poco, me abruma a fechas informaciones y datos de Miyahima, la Isla Sagrada que vamos a visitar. Mi ingles no es precisamente de Oxford (el suyo tampoco) y esto supone un esfuerzo que no me apetece nada, (dura vida la del turista).
Llegamos al transbordador que nos deja en el muelle de Miyahima en 10 minutos. Durante el viaje le doy esquinazo, me parapeto trás la cámara de fotos y me doy un respiro, la tarde es muy calurosa y amenaza lluvia.
Una vez en la isla me doy cuenta de la pericia y profesionalidad de este hombre que me enseña todo lo habido y por haber , me explica con claridad y evita las masas de gente, en su mayoría japoneses que visitan la isla por primera vez.
Finalizamos la visita a la Isla en el Templo más importante de Mihayima, el Daisho-in. A estas alturas elegiría a este guía entre un millón. En el pórtico del Templo hay una estrecha escalera de bajada que me ha pasado inadvertida, me pide que me descalce y me advierte que es indispensable que confíe en él, me parece una obviedad , me descalzo y le sigo, bajamos tres escalones y apartando una espesa cortina negra entro tras él en un estrecho pasillo, solo me advierte que utilice la mano izquierda para mantener contacto con la pared y avance siempre hacia delante. Inmediatamente pierdo la referencia de su camisa blanca que marcha delante de mi, la oscuridad es total y la negrura absoluta. Me paro, extiendo los dedos de la mano izquierda y comienzo a avanzar mientras me pregunto donde me he metido. El silencio también es absoluto como la oscuridad, me asalta una chispa de miedo, ¿confío en el guía? demasiado tarde para retroceder. La mano izquierda me va guiando a través de la pared que hace esquinas y cambios de dirección. Continuo avanzando en la negrura más negra que he visto en mi vida, visto, si, porque llevo los ojos abiertos como platos… al cabo supongo de un tiempo que se me ha hecho interminable, vislumbro al fin un resquicio de luz y oigo alguna voz, enseguida me topo con la pesada cortina negra de salida. Afuera está mi guía, expectante, como un santo monje esperando a su pupilo regresar de una dura prueba. Agradezco como nunca la luz plomiza de la tarde, en breve nos cae un fuerte chaparrón. Mientras salimos del Templo y nos mojamos no doy crédito a la experiencia que acabo de vivir y le pregunto cual es la finalidad de semejante prueba, me explica que es una práctica muy antigua para iniciar a los jóvenes monjes en la confianza, en la fe ciega en Buda, Él les guiará a través de los estrechos y oscuros caminos hacia la Luz.
El día ha sido increíble, tomamos un té y un dulce antes de coger de nuevo el transbordador que nos llevará de nuevo a Hiroshima.
En el taxi, la conversación es ahora personal, me explica que vive solo, que desayuna un bol de arroz blanco por la mañana y una sopa de verduras, que cena cualquier cosa en cualquier sitio, que en septiembre se va a Nueva Zelanda para intentar una nueva vida… Nos despedimos, espero y le deseo de corazón que Buda le guíe con buen tino. Yo no lo olvidaré.
Fotografía: Color negro
A mis sanfaineros Gloria y Enric, con cariño
9 comentarios:
Òndia! Al principio, antes de empezar a leer, he aguardado un ratito para ver qué fotografía ilustraba tu nuevo "post", pero al ver que no aparecía nada me he dicho que ya la miraría después.
He empezado a leer y he recorrido contigo el no ya oscuro, sino opaco camino, y al final, al ver la luz, esta “bleda assolellada” que soy yo, y a la cual sólo le faltaba el efecto de la pastilla para la migraña que, tras hacerla añicos esta tarde, continúa vivita y coleando por el cerebro, para que, con la luz, viera, emocionado, esta entrañable dedicatoria, que te agradezco de corazón, Pilar.
Ah! Al final he entendido por qué no salia ninguna fotografia. Mi madre ya lo decía de mí: “No, si tonto no ho és, el que passa és que tot el dia està badant.” ;)
Un petonàs!
Assur.
Es acollonant.
Vaya experiencia. Yo sé de uno que lo recoge la ambulancia a la salida del pasadizo, con un ataque de ansiedad y claustrofobia.
Los túneles reales, pero de virtualidad oscura, son muy difíciles de pasar, tremendos, muchas veces insalvables. Por el contrario la oscuridad total, sin nada más, sin peligro alguno, pero sin la conciencia de lo que nos espera, nos asusta muchísimo más.
Parece mentida que con lo "ganapias" que somos, nos sucedan estas cosas, CRIARTURA DE MI VIDA.
Me ha encantado este relato y me han encantado dos cosas más:
Que hayas reemprendido tu actividad pequeñoformatesca y que les hayas dedicado el post a Glòria i Enric.
Una emoción adicional.
De tot cor
Pilar: tu vivencia así relatada es excelente. Me da la impresión, no obstante, de que nos pasamos la vida en túneles de iniciación, aunque lo aliviemos con la imaginación, la fantasía, los recuerdos y las proyecciones del pensamiento y que en vez de rozar la pared, nos damos la mano en esa oscuridad quienes tengamos el privilegio de encontrarla o nos acompañe la fuerza interior elaborada con los hilos de la esperanza, que no sabemos de ella el porqué. El peligro durante el proceso es, para todos, caer en la ansiedad tremenda y en la "desesperación"...
yo hubiera sacao el movil y asi iluminaba el camino, jajajaja. es coña...
muy interesante, really.
petons.
Magnífica ceremonia iniciática: siempre adelante, sin mirar atrás; sin dudas, confiando en uno mismo; pese a los vericuetos oscuros, siempre hay una luz esperando (y está en nuestro interior)
Bienvuelta al día !!!
Precioso tu relato e interesantísimos los comentarios. De todas maneras cuando uno se mete en un túnel de éstos, no vale la confianza en Buda, creo yo. Sólo acelerar ligeramente el paso y abrir aún más los ojos y concentrar los sentidos en los pies y en la mano izquierda.
Los "túneles de la vida" a veces te permiten la marcha atrás, (bajarte de la bici).
Recuerdo dos experiencias de túneles, una en el puerto de Gavia, en bici, sin luz, durante una distancia que se me hizo enorme, pero al final se ve la luz y llegas a la cumbre.
Querida Pilar:
¡Cómo decirte las emociones que me has hecho sentir!
La primera: El camino a oscuras, a tientas y a ciegas hasta que recuperas un punto de luz. Una metáfora de lo que a veces nos toca vivir. bueno, ya me sale la trágica. Corto y cambio.
La segunda emoción: Tu inesperada y cálida dedicatoria, también al final, como la luz.
Estoy deslumbré.
Besos.
veo por vuestros comentarios que no soy la única que ha pasado por el tunel...¡que nivelazo de audiencia¡.
Si te soy sincera Javier, no saqué el movil porque no lo llevaba. (Tú me conoces, a grandes males grandes remedios).
Gracias a todos y cada uno por estar ahí. Besos
muy bien escrito, mejor que cuando me lo contaste. Claro que entonces yo no había cenado y entre foto y foto pensaba "mmmm rosquillas".
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