martes, 27 de febrero de 2024

Víctor y Sándor


Experiencias dolorosas aceleraron mi proceso de rebeldía, que empezó cuando tenía catorce años y que no ha terminado aún, pues siempre está presente y aparece a menudo, y sé que será así mientras viva. No pertenezco a nadie. No existe ninguna persona, ni hombre ni mujer, ni familiar ni amigo, cuya compañía yo pueda aguantar durante mucho tiempo, no hay comunidad humana, gremio, clase social donde sea capaz de acomodarme; soy un burgués tanto por mis ideas como por mi manera de vivir y mi actitud interior, pero no me siento bien en compañía de burgueses: vivo una especie de anarquía que considero inmoral y me cuesta mucho soportarlo.

La herida es vieja, quizá sea incluso heredada, quizá existiese antes de que yo naciera... A veces he llegado a pensar que vivo dominado por la falta de raíces de una clase social en vías de extinción. 

CONFESIONES DE UN BURGUÉS

Sándor Márai,   Kassa Hungría 1900 - San Diego Estados Unidos 1989


Imagen: Victor VasarelyPecs Hungría 1906 - 1997 París, Francia. Padre del Op art, tendencia artística de corte abstracto desarrollada sobre todo en los años 60, que se basa en jugar con nuestros ojos para conseguir imágenes que simulan movimiento y toda suerte de ilusiones ópticas.

3 comentarios:

Fackel dijo...

La cita de Márai no tiene pérdida, la entiendo perfectamente, si a un burgués le pasa eso no te cuento a los que no somos burgueses. Pero hay un estado/estadio peor: los que sin ser burgueses y creerse ese grupo social endeble que se llama a sí mismo "clases medias" actúan y piensan (y cómo piensan, uf) como si fueran oligarcas. Insoportables.

Desconocía a Vsareky, se agradece la aportación.

pfp dijo...


Creo entender el significado que quiso darle Márai al adjetivarse como tal, "burgués". Ahora mismo, no sabría definir a un burgués del siglo XXI. Las "clases medias" de que hablas también tienen difícil y casi imposible y concreta localización... actualmente todo es "una gran menestra".

pfp dijo...

Por cierto, Víctor Vasarely, merece la pena darle un vistazo.

un abrazo, Fackel