Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué profundidades distantes,
en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿qué mano osó tomar ese fuego?
¿y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque?
¿Qué tremendas garras osaron
sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
por los bosques de la noche
¿Qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu terrible simetría?
William Blake
Ilustración: Virus del ébola
3 comentarios:
Pilita:
Siempre tan oportuna. Cómo, por desgracia, convertimos en estética nuestros demonios.
Un beso.
nunca un virus soñó una envoltura más hermosa ¡ni en su replicación más húmeda!
¡todo un tigre! ¡y de Blake!
Pura Armonía.
quizá sea, la violeta de genciana, lo que embellece la silueta del sinuoso y terrible virus de ébola, o comparar su terror con el bello tigre de Blake. Lo que nunca podrá hacerse con una tarjeta de crédito.
Gloria, Basrbazul, besos para los dos.
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