miércoles, 29 de agosto de 2012

Ezcaray-Doha




Para viajar de Ezcaray a Doha, hay que hacer una breve parada en Madrid, y coger un avión que lleva directamente a la capital qatarí, una vez aterrizado el avión, es conveniente saber que en el aeropuerto de Doha no existen de momento fingers, y que la escalera clásica del avión te deposita a pie de pista con una bofetada de calor infernal a modo de bienvenida, de la que te recuperas momentaneamente al subir a la clásica  jardinera o autobús que definitivamente deja a todo el pasaje en la terminal del aeropuerto.  A partir de ahí es aconsejable ser más ligero que el viento, sacudir la modorra del viaje y del calor, y llegar lo antes posible al control de aduana, allí esperan largas colas de humanidad -turistas, residentes y mano de obra barata-, colas que pueden hacerse semieternas si delante tienes alguien con papeles dudosos que hacen que los trámites burocráticos se alarguen y te dejen dormido de pie.
La espera se ameniza observando por ejemplo a la policía masculina qatarí, que lucen tipazo  dentro de su clásica  vestimenta, el thawb, dishdasha, o kandura túnica blanca que llega hasta los tobillos, elaborada con lana o algodón, o a la policía femenina que espera sentada en sus garitos y es la encargada de recoger los pasaportes, sellarlos y dar el visto bueno de entrada a el país. Ellas usan la abaya, túnica negra que les cubre todo el cuerpo y  la cabeza, dejándoles  a la vista únicamente la cara, que maquillan exoticamente, y las manos, que adornan algunas, con profusión de ostentosos anillos, relojes, y pulseras.
Es de agradecer que después de los trámites aduaneros, recoger las maletas y aguantar ya sin aire acondicionado la larga cola del taxi, llegues al hotel sobre las 11 de la noche, buena hora para darse una larga ducha, beber 3 l de agua y acostarse bajo un edredón con el aire acondicionado a tope.
Yo soñé que al día siguiente llovía, pero no fue así, y a la mañana, bajo un sol de chicharrina y una temperatura de 45º C fui capaz de sacar valor y llegarme hasta el museo  de Arte Islámico. Valió la pena, de verdad, pero esa es otra historia que contaré otro día.


Fotografía: pfp. Museo de Arte Islámico. Doha,  Qatar

http://www.mia.org.qa/

2 comentarios:

Allau dijo...

Pilar, siento una gran curiosidad por saber qué puede ofrecer este secarral. Seguiré con interés tus crónicas.

pfp dijo...

querido allau, este secarral, basicamente ofrece trabajo a muchísima gente,trabajo y sueños, muchos sueños...