miércoles, 7 de septiembre de 2011
las cosquillas de la duda
Detrás de los cristales oscuros de sus gafas de sol, el paisaje del final de agosto se envuelve de luz dorada, el verde de las encinas y las sombras que proyectan se vuelven casi negras, hacia el sur tras las montañas, el horizonte se transforma en una cinta malvarrosa, y hacia el oeste se enciende la hoguera de la puesta de sol... comienza a sentirse la gran ciudad, los polígonos industriales se suceden unos tras otros a ambos lados de la autopista, las naves inmensas de empresas poderosas, del trabajo de las cuales depende tanta gente...
Este año sus vacaciones han sido más largas que otros años, por primera vez ha tenido la tentación de no volver, de quedarse en el pueblo con él, ayudando en la huerta, disfrutando de oler los tomates, de recogerlos a la mañana para la ensalada del medio día, de pasear al lado de la pequeña acequia mirando crecer las cebolletas y las cuatro plantas de judías, pimientos y patatas,... mirando las flores que él plantó para ella, flores sencillas de todos los colores,...qué diferentes a las que la señora para la cual trabaja, encarga dos veces por semana a la floristería de más postín de Madrid, exóticas, exuberantes, apabullantes, pero frías, sin olor, sin vida...
Pensando en él y en esa acequia, acaba el viaje bruscamente, cuando el autobús entra en ese estrecho túnel que la deposita en la estación, en el subsuelo de Madrid,... y allí está Paco, el chofer de su señora, esperándola sonriente,... -La señora no quiere que te vayas, no quiere perderte, sin tí la casa no sería lo mismo -le dice-, a partir de ahora te va a mimar mucho, hasta te ha puesto un ramo de flores en tu habitación...
pfp
Fotografía: The garden, 1950, obra de Charles Mahoney.(1903-1978)
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8 comentarios:
Tantas veces he pensado en esa angustiosa encrucijada. No solo la de ese anacronismo de la "interna", sino también en la de los in/e migrantes. Un mundo aqui, un mundo allá, ninguno suyo del todo. Creo que se piensa poco en la dureza de esa circunstancia y el gran sacrificio que supone. Muy bonito, Pilar. Gracias.
la vida en una prosa desoladoramente triste... y real.
(como una flor de plástico)
lo peor, la soledad.
no creas que está tan anacrónico lo de la "interna" Conchita, hay familias que hemos necesitado hacer un rincón en el hogar para alojar una ayuda para los niños, o para los mayores,...de hecho, qué haríamos sin ellos/ellas...
la soledad no es tan mala compañía Barbazul,... pesa, eso sí...
Conchita, Barbazul gracias, abrazo a los dos.
... para combatir el peso de la soledad, siempre se puede tirar de alguna carretilla, cual jardinero...
Aunque la soledad pese y casi te convenzan de que refugiarse en la memoria no es bueno para la vida, hay un poder oculto de chispea al final del silencio, invitando a vivir aun cuando no intuyamos el sentido de esa continuidad que, en el fondo, anhelamos llenarla de amor...
!Ay, si no lo encontramos en nada ni en nadie!
Demos (el amor) a quien quiera recibirlo o guardémoslo como quien tiene un tesoro en exceso, que sobreabunda, que sobrepasa y no sabe qué hacer...
Besos, Pilar
pues va a ser que sí Josefina, va a ser que el amor es "dar", así, sin más, sin esperar mucho o nada a cambio, y que a la soledad como dice Barbazul cuando no se la disfruta se le puede combatir con una carretilla, cual jardinero.
Besos a ambos
Precioso, Pilar, muchas gracias. He visto como en una foto esos colores del final del verano, deslumbrantes, duros... agobiantes. Le diría al oído: "¡quédate, no vuelvas!". Pero no tendría derecho, nadie nos quedamos. Volvemos mansamente a la rutina que nos alimenta y que nos permite no tener que reflexionar sobre esas naves "que dan de comer a tanta gente". Comer, comer... la vida es un anuncio de potitos.
suerte de las rutinas de los domingos por la mañana,...
gracias a tí y a JSB, un abrazo
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