miércoles, 20 de diciembre de 2023

un final feliz

 

 


[...]

Scroogee cumplió con creces su palabra. Hizo cuanto había dicho y muchísimo más. Hasta el punto de que fue como un segundo padre para el pequeño Tim, que no murió. Se convirtió en el mejor amigo, el mejor jefe y la mejor persona que hubiera no solo en aquella antigua ciudad, sino en cualquiera otros vetustos pueblos, ciudades o aldeas de nuestro querido viejo mundo. Hubo quien bromeó al observar un cambio tan profundo, pero él dejaba que se riesen y no les hacía caso. Porque había llegado a ser lo bastante prudente como para saber que nada bueno ha ocurrido en este mundo que, al principio no haya suscitado un alud de chirigotas y, como sabía, en cualquier caso que esas personas estaban
ciegas, pensó que lo mismo les daba entornar los ojos que padecer tal enfermedad en la más grave de sus manifestaciones. Él se sentía con el corazón alegre y eso le bastaba.

Nunca volvió hace tratos con espíritus, pero desde entonces siempre vivió según un principio de absoluta templanza y siempre se comento que, si había alguien que supiese celebrar la Navidad, ése era él. ¡Ojalá pueda decirse de verdad lo mismo de nosotros, de todos nosotros! Y como dejó dicho el pequeño Tim, ¡Que Dios nos bendiga a todos!


Charles Dickens. 

CUENTOS DE NAVIDAD


FELIZ NAVIDAD 2023



lunes, 11 de diciembre de 2023

Codicia



CRISI II

El gran teatro del Universo

Luego que el supremo artífice tuvo acabada esta gran fábrica del mundo, dicen trató repartirla, alojando en sus estancias sus vivientes. Convocolos todos, desde el elefante hasta el mosquito. Fueles mostrando los repartimientos y examinando a  cada uno cuál dellos escogía para su morada y vivienda. Respondió el elefante que él se contentaba con una selva, el caballo con un prado, el águila con una de las regiones del aire, la ballena con un golfo, el cisne con un estanque, el barbo con un río y la rana con un charco. LLegó el último el primero, digo el hombre, y examinando de su gusto y de su centro, dijo que él no se contentaba con menos que con todo el universo, y aún le parecía poco. Quedaron atónitos los circunstantes de tan exorbitante ambición, aunque no faltó luego un lisonjero que defendió nacer de la grandeza de su ánimo. Pero la más astuta de todos:

-Eso no creeré yo- les dijo- sino que procede de la ruindad de su cuerpo. Corta le parece la superficie de la tierra, y así penetra y mina sus entrañas en busca del oro y de la plata para satisfacer en algo su codicia. Ocupa y embaraza el aire con lo empinado de sus edificios, dando algún desahogo a sus soberbia. Surca los mares y sonda sus más profundos senos, solicitando perlas, los ámbares y los corales, para adorno de su bizarro desvanecimiento. Obliga a todos los elementos a que le tributen cuánta abarcan: el aire sus aves; el mar sus peces; la tierra sus cazas; el fuego la sazón, para entretener que no satisfacer, su gula. ¡Y aún se queja de que todo es poco! ¡Oh, monstruosa codicia de los hombres! [...]

El Criticón 

Baltasar Gracián (Belmonte de Gracián 1601-Tarazona 1658)

Edición Circulo de Lectores, noviembre 2001


Imagen: Antonio Saura, Huesca 1930- Cuenca1998

viernes, 8 de diciembre de 2023

Maldad de los hombres.


CRISI IV

El despeñadero de la vida

[...]

Y aun por eso —dijo Critilo— la próvida naturaleza privó a los hombres de las armas naturales y como a gente sospechosa los desarmó; no se fió de su malicia. Y si esto no hubiera prevenido, ¿qué fuera de su crueldad? Ya hubieran acabado con todo. Aunque no les faltan otras armas mucho más terribles y sangrientas que ésas, porque tienen una lengua más afilada que las navajas de los leones, con que desgarran las personas y despedazan las honras. Tienen una mala intención más torcida que los cuernos de un toro y que hiere más a ciegas. Tienen unas entrañas más dañadas que las víboras, un aliento más venenoso que el de los dragones, unos ojos invidiosos y malévolos más que los del basilisco, unos dientes que clavan más que los colmillos de un jabalí y que los dientes de un perro, unas narices fisgonas, encubridoras de su irrisión, que exceden a las trompas de los elefantes. De modo que sólo el hombre tiene juntas todas las armas ofensivas que se hallan repartidas entre las fieras, y así él ofende más que todas. Y porque lo entiendas, advierte que entre los leones y los tigres no había más de un peligro, que era perder esta vida material y perecedera; pero entre los hombres hay muchos más y mayores, y a de perder la honra, la paz, la hacienda, el contento, la felicidad, la conciencia y aun el alma. ¡Qué de engaños, qué de enredos, traiciones, hurtos, homicidios, adulterios, invidias, injurias, detracciones y falsedades que experimentarás entre ellos! Todo lo cual no se halla ni se conoce entre las fieras. Créeme que no hay lobo, no hay león, no hay tigre, no hay basilisco, que llegue al hombre: a todos excede en fiereza. [...]


Baltasar Gracián (Belmonte de Gracián 1601-Tarazona 1658)

 El Criticón. 

Círculo de Lectores 2001



Imagen: por Carlos Saura Huesca 1932- Mediano Villalba 2023