Entro al vagón mirando todavía el plano de mi guía, levanto la cabeza para encontrar un sitio libre, me siento, y busco con la mirada las indicaciones de las próximas paradas, todo correcto, adelante, me queda un buen rato, ocho paradas que no se si seran largas o cortas. Me relajo, es mi primer metro en Tokio, todo parece ir bien. En un momento cambio de opinión, dios, ¿donde me he metido? en el asiento de enfrente cuatro hombres viajan en coma, me giro a derecha e izquierda, lo mismo, las cabezas ladeadas sobre los hombros, las cervicales distorsionadas hacia atrás o hacia delante, los que van de pié, colgados de las perchas de las barras, también van en estado catatónico... mi cerebro se pone en guardia... ¡ataque terrorista¡, gas sarin, ¿hace cuantos años ya, en el 94, 95? ...fue una secta religiosa, han resurgido de sus cenizas y se están vengado , y me toca a mi, que voy cogiendo todos los números de las rifas allí a donde voy... Y mira que me lo ha dicho mi marido, ¡cogete un taxi¡ ...empiezo a olisquear, el sarin debe ser inodoro... me despido de la vida con calma, no puedo decir que no he vivido, pero no me lo esperaba aquí y ahora, ¡de vacaciones¡ ... saco la barra de labios, me pinto, pura mecánica, la vuelvo a meter, el metro sigue imparable nadie se mueve, yo respiro bien a pesar del gas sarin y el agobio mental... de repente el metro comienza a frenar suavemente, y comienzo a detectar cierto movimiento en el vagón, algunos empiezan a salir del trance y bostezan, otros desde luego siguen en coma profundo. Para el tren, definitivamente me aclaro ¡soy una agonías¡... estos lo que van es muertos pero de sueño, uffffffff¡¡¡ y salen los resucitados y entran nuevos candidatos a una muerte efímera.
Continúo el viaje, abro mi guía de nuevo, me concentro en las plantas del Museo Nacional de Japón que voy a visitar, al poco, un ruido cerca de mi oído me hace levantar de nuevo la vista, sobresaltada miro, es el señor de al lado, ¡todo controlado¡, ronca apaciblemente.
Fotografía: pfp Salida estación de metro Ueno-koen Tokio