
En el interior de una oscura habitación una joven lujosamente vestida está siendo peinada por una sirvienta. Detrás de la anciana se observan encima de una mesa, joyas una copa dorada y un libro abierto.
La luz entra por la izquierda e ilumina intensamente a la joven dejando el resto de elementos compositivos en penumbra.
Acabada su plegaria al Dios de Israel, y dichas todas esas palabras, se levantó Judit del suelo, llamó a su sirvienta y, bajando a la casa donde pasaba los sábados y solemnidades, se quitó el sayal que vestía, se despojó de sus vestidos de viuda, se bañó toda, se ungió con perfumes exquisitos, se peinó, se puso diadema en el cabello y se vistió la ropa que llevaba cuando era feliz, en vida de su marido Manasés. Se calzó las sandalias, se puso los collares, brazaletes y anillos, sus pendientes y todas sus joyas, y realzó su hermosura cuanto pudo, con ánimo de seducir a todos los hombres que la vieran. (Judit 10, 2-4)
Fotografía parcial (y con un reflejo lateral izquierdo que no he podido evitar): Joven en su tocador (Judit) Rembrandt 1632/3?
Exposición Rembrandt Pintor de Historias. Museo Nacional del Prado