sábado, 17 de abril de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº11



Vuelta y vuelta

Él nació antes, ella nació después. Los dos el mismo día, pero en distinto año. Coincidieron en el instituto. Él pensó que guardaba algo muy atractivo en las comisuras de sus labios, de sus ojos y sus piernas. Ella no pensó nada, pero quiso tener algo con él desde el día en que lo vio sonreír bobamente a una papelera. Acabaron enrollándose.

Se enamoraron obsesivamente, como sólo se hace la primera vez (y quizás la última). Borraron el resto del mundo durante unos minutos o una semanas. Creyeron que todo les predestinaba a la perfección, que habían nacido el uno para el otro. Un tiempo más tarde ya no tenían nada que ver y no supieron explicárselo. No se querían. Ya está. Ninguno de los dos lloró por la pérdida.

Algunos años más tarde, algunos hombres y mujeres más tarde, acabaron viéndose de nuevo. Por supuesto fue un encuentro casual. Él dijo que había cambiado, ella pensó que había cambiado. Empezaron de nuevo. Pensaron que ahora sí sería definitivo. Él estuvo aburrido, ella todavía ilusionada.

Se quisieron, se maltrataron con la suavidad que usan algunos amantes.Y finalmente, sin ningunas ganas de contacto físico, se saludaron en la lejanía. Acabaron evitándose, cuando se cruzaban en las calles de su ciudad, testigos enojosos de un relato que no habían sabido forjar.





Fotografía: Carboncillo sobre papel. dos, de vuelta pfp

jueves, 15 de abril de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº10



LAURA


-¿Vienes a tomar un café, y hablamos un ratito?

-No, no, me voy a casa.

-Pero Laura, por favor, que poco sociable eres....

Los que trabajaban con Laura pensaban que era una persona anodina, puritana, solitaria, posiblemente sería atractiva si no se vistiera con esa ropa tan insulsa, y a pesar de su falta de interés por estar a la moda,ni por resaltar sus encantos tenía una belleza natural que resultaba agradable y despertaba un instinto paternal y protector entre sus compañeros.

Su vida era un enigma.

Nadie sabía que hacía cuando terminaba la jornada laboral, ni donde pasaba los fines de semana, ni con quien. Suponían que sola, porque nunca aceptaba invitaciones para salir a divertirse, nada de discotecas, ni de cines, ni de copas.

Ella se esfumaba en cuanto el reloj marcaba las seis de la tarde.

No le hacía confidencias a nadie,era muy reservada.
Hasta que un día llegó a la oficina un nuevo empleado que la conocía del pueblo donde vivían sus abuelos, incluso habían ido juntos al colegio de pequeños.La reconoció enseguida y contó bajando mucho la voz que hacía veinte años la habían plantado en el altar, vestida de novia.

Su novio no se presentó el día de la boda y desde entonces ella no quería relacionarse con nadie.Y mucho menos con hombres.

Después de aquello se vino a trabajar a la ciudad, buscando un anonimato que en el pueblo era imposible.

¡Ohhhhh!... !Que crueldad!.... !Pobre chica!.....Debió ser un trauma tan grande....

Nadie comentaba nada en su presencia, todos disimulaban saber su pasado, había como un pacto de silencio sobre ese asunto tan atroz y Laura estaba satisfecha con esa distancia que mantenía con sus compañeros de trabajo.

No quería que supieran nada de su vida. Ni de la anterior ni de la actual.

Nada les importaba si se había enamorado locamente, como nunca pensó que se pudiera después de tanto dolor y tantas lágrimas.

Hacia ya varios meses que un hombre la había conquistado,sin hacer ruido,dulcemente había conseguido romper su coraza de amargura y desencanto. Había restaurado su corazón trocito a trocito,con palabras suaves, con hermosas poesías y con una paciencia digna de un santo, volviendo a intentar que confiase en él cuando se convertía en una niña asustada que le rehuía porque las dudas y los temores la invadían.

Laura era feliz junto a él. Se sentía segura y querida, pero no estaba dispuesta a compartir con nadie más esa felicidad.Mejor que fuera su secreto. Con él lo único que todavía no había superado era hablar de matrimonio.

Era la palabra maldita, le traía muy malos recuerdos.

Cada uno en su casa y Dios en la de todos, le respondía cuando él lo intentaba.

Todos los días después de las seis, Laura se convertía en otra mujer, viva, alegre, parlanchina, sexy, romántica, y cuando su amado la visitaba discretamente, procurando que los vecinos no le vieran subir a su casa, tal y como ella le pedía, Laura le recibía con un abrazo muy largo, se quedaba como fundida en su pecho y luego le llenaba de apasionados besos.

Se dejaban llevar por la pasión, Laura se abandonaba en sus brazos y entre suaves caricias, susurros y gemidos volaban juntos muy lejos, hasta alcanzar la luna y las estrellas.

Hoy él estaba raro.Se lo notó en cuanto llegó, pero prefirió no acosarle a preguntas.

Tenía la virtud de saber esperar y no precipitar las confidencias.

Cuando él quisiera ya se lo contaría. Seguramente habría tenido algún contratiempo en el trabajo.

Después de un largo silencio tumbados en la cama desnudos, se desenredó de sus brazos y empezó a vestirse.
-¿Ya te vas?

- Si, tengo que coger un avión dentro de dos horas.

-¿Porqué?

- Me trasladan. Mañana a las ocho tengo que estar en Barcelona.

-¿Así, de repente?

- Si

- Dime la verdad ¿te vas porque te has cansado de mi? ¿ya no me quieres?

- Noooooo, cielo, por favor, ni lo pienses. Me encantaría que vinieses conmigo, te quiero con locura y estoy muy disgustado pero sé que no tengo ningún derecho a pedirte que dejes tu trabajo, tu casa, tu vida...

- Mi vida eres tú. Pídemelo y deja que sea yo quien decida

Al día siguiente, los compañeros de Laura no daban crédito al mail que estaban leyendo.

" La Laura que vosotros conocéis murió anoche. No he podido despedirme porque la vida es así, imprevisible. Solo se vive una vez, y he elegido vivir la vida que me hace feliz junto al hombre que amo.Vamos a estar una larga temporada en Barcelona y hasta es posible que suenen campanas de boda..."


Fotografía: Carboncillo y tinta sobre papel. duda. 36x51 pfp

miércoles, 14 de abril de 2010

cazadoras de cabezas, Salomé


NARRABOTH:
¡Cuan pálida está la princesa¡ Nunca la había visto tan pálida. Es como la sombra de una rosa blanca en un espejo de plata.


Salome ,de Richard Strauss. Libreto basado en la traducción alemana de Hedwig Lachmann de la obra homónima de Oscar Wilde
Fotografía: Salome con la cabeza de San Juan Bautista. obra de Adolf Frey Moock 1910. Óleo sobre cartón 66x45,7cm. Colección privada. Alemania

domingo, 11 de abril de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº9

MÁS DE DOS VIDAS

Cuando aún era una niña se enamoró o así lo creyó ella, de un muchacho que jugaba con un balón en la calle, desierta de tráfico, y que se veía claramente entre las celosías de su balcón del entresuelo donde vivía.

Por las noches, la pared de su habitación, casi lindaba con la de un cine recién inaugurado de espaldas a la suya, pared que servía de pantalla y que emitía voces y sonidos de la película que se estaba proyectando. Y soñaba con amores imposibles y trágicos a veces, y situaciones malvadas y perversas otras, pero siempre relacionadas con la identidad de la atracción.

Cuando fue una adolescente, un día, sentada en el comedor de una Fonda donde pasaba unos días de verano con su madre, encontró en la mesa de enfrente a ella, la mirada de unos ojos verdes-grises de un muchacho que formaba parte de un grupo excursionista. Cuando el grupo se fue unas horas antes, ella le dejó una nota en el alféizar de la ventana de su habitación, ardiente y anónima donde expresaba su fosforescente inclinación hacia el "amor".

Era evidente que su personalidad íntima y sexual se estaba desarrollando y vivía con el anhelo de lo que pensaba inasequible.

Junto a esto, estudiaba mucho y con gran atracción hacia el mundo de las artes, el mundo de la música en especial. El conjunto de estas premisas la hacían ser una joven hermosa, encantadora, dulce y soñadora.

Se enamoró varias veces, se decepcionó muchas más pero no se hundió.

Creció física y humanamente en valores muy positivos y el mal y los peligros que rondaban en su entorno, nunca le hicieron daño.

Pasaron los años, vivió una vida completa de amor y dolor, tuvo hijos, padeció privaciones, encaró la dureza de la vida siempre con suavidad pero con firmeza también y superó dificultades impensables: criatura aparentemente tan débil y delicada. Pero nadie se preguntó su secreto porque a nadie interesaba sus vida ni sus sentimientos. Simplemente estaba junto a, dispuesta a, a favor de, dedicada a, en función de.

Seguía pasando el tiempo y se quedó sola. El amor-amor de su vida murió, pero no murió el amor que desbordaba en la profundidad de su ser desde siempre. Los hijos se fueron de casa a caminar su propia vida, sin preguntar ni interesarse del porqué seguía latiendo su corazón. Y se acercó la vejez que no le afectó. Con ciertas limitaciones físicas, su espíritu soñaba con la eternidad de lo amado, en la resurrección de lo único posible de resucitar: el amor.

Se dedicó a tareas humanitarias cuando finalizó su trabajo laboral y pensó que su vida tenía ese sentido. Pero no fue así.

Empezó de nuevo a enamorarse de sueños ya imposibles como si su edad no tuviera nada que ver con su realidad. La cercaron, la atosigaron, la increparon, la instaron a vivir una hipotética vida de "son cuatro días", pero no sucumbió. Pero tampoco sabía qué estaba esperando nunca, nunca lo supo...

Vivió un sinfín de vidas imaginadas, se oyó decir que era cobarde, que sólo se quería a si misma, cuando su autoestima estaba por los suelos y su valentía ya había quedado patente en diversas circunstancias de su existencia. No se deprimió´, no...

Hoy que ya sé de ella tantas cosas, la he visto sentada en una butaca frente a la ventana de su habitación, abierta, con los visillos al aire y la mirada ausente hacia la lejanía, todo lo lejano que podía verse desde allí. Su mirada, a veces, seguía el vuelo de un pájaro y después volvía la vacío del espacio.

Pensé que aquel vacío no era tal, estaba llenándolo de belleza para poderse ir serena y tranquila hacia el Universo del que formaba parte.

Fotografía: Collage y acrílico sobre papel. El jardín azul. pfp

jueves, 8 de abril de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº8


Ella era quien era.

Lo sabía bien, aun sin gustarse lo suficiente

¿Lo suficiente? ¿Cuánto? ¿Como? ¿de verdad?

No se gustaba y punto.

Un día comenzó a escribir.
Terminó por inventarse un personaje

Primero detrás del misterio
Luego detrás de una absoluta ficción, comenzó a ser
quien no era, a copiar palabras, inventar modismos,
y terminó por dejarse llevar entera por su imaginación,
que nunca sospechó tan frondosa.

Transitó los poemas, los relatos y los cuentos.
Comenzaron los comentarios y llegó la correspondencia.
Jugó y apostó alto. Mucho. Demasiado. Hasta que un día
dejó de ser Amanda para convertirse en Sol de Noche.
El astro la encandiló tanto, que ya no pudo distinguir
verdad de mentira, realidad de ficción.
junto a las pastillas y el alcohol, el mouse
fue el encargado de comenzar la tarea.

Oprimió ENTER, mientras la pantalla preguntaba
si estaba segura de "eliminar".

Luego entró en un sueño del que nunca salió.

Volvió a ser una, al momento de extenderle el certificado de defunción.
Fotografía: tinta y carboncillo sobre papel. huida pfp


domingo, 4 de abril de 2010

3º Concurso pequeño formato. Relato nº7



Nuestra relación, comenzó hace un par de años, o menos, o quizás más, es igual, no es importante el tiempo transcurrido si no la intensidad de la vivencia.


Como decía, todo comenzó un día con la recepción de un paquete, que me fue enviado desde la sede central de mi empresa.


El paquete, contenía un maletín con un PC portátil en su interior. Complementaba el envío un cargador, un ratón de larga cola (cibernético, se entiende), una unidad de memoria externa y algún cable de conexión telefónica.


En el momento de las presentaciones le noté frío, se identificó como el Sr. Hp, sin nombre, sin modelo, sin número de serie, en definitiva sin ningún detalle que identificase su alcurnia, solo un apellido y bastante común.


Su tez, gris oscura y con varias cicatrices, me indicaban su madurez. Contaría con un portátil experimentado y que seguramente había batallado en muchos despachos médicos, la experiencia siempre es un grado pensé, pero su aspecto cansado me preocupó.

Nuestra relación, fue estrictamente profesional, él, tenía que ayudarme en mi trabajo, proporcionándome conexión directa con la central de nuestra empresa para así, poder acceder a los historiales de mis pacientes.

Tengo que confesar que desde el primer momento, mi impresión no fue buena, quizás esta intuición restó confianza a nuestra relación, pero no me equivoqué.


Todo lo que le pedía lo realizaba con gran lentitud, le costaba una eternidad conectarse con su ordenador jefe, todos los datos que le dictaba los transcribía a regañadientes, escribiendo hora sí hora no, ahora deprisa, ahora me paro, en fin, pensaba que se cachondeaba de mí, pero como tengo una paciencia como la del señor Job, (que yo creo que no está santificado) y no contaba con otros recursos, tuve que continuar nuestra relación, intentando hablarle con dulzura y explicarle que teníamos que hacer un tandem para la buena marcha de la empresa y de nuestra salud.


Pero no mejoró, incluso diría que su actitud fue empeorando, desconectándose sin previo aviso, con la consabida perdida de datos y la necesaria repetición del trabajo ya efectuado. Nuestra relación empeoraba día a día y empezó a convertirse en un tormento.


Un día, mirándole cara a cara, después de una de sus desconexiones a la brava, me pareció que mi compañero estaba enfermo. Mala cara, tenía desde el primer día, esa tez gris, esas cicatrices, ese aspecto de batallas perdidas, ese polvillo entre sus teclas, en fin, me afloró mi lado médico y le hice una anamnesis completa, el diagnóstico ¡claro!, sin pruebas complementarias pero ¡claro y evidente! ¿cómo no me di cuenta desde un principio? su clínica era de libro, mi querido Hp padecía un SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA.


Mis sentimientos cambiaron.


Sin tiempo que perder, pedí que fuese remitido al mejor especialista en la materia, en cambio, en mi empresa, pensaron que era suficiente con el del “Seguro”.


El del “Seguro”, acudió a mi consulta para reconocer a Hp. En esos momentos unos oscuros nubarrones nublaron mi mente, el del “Seguro” en cuestión (estoy convencido que no tenía especialización y que cubría la baja del titular o como mucho cubría el puesto de forma interina), no me transmitió ni la más mínima confianza, fue anodino, intrascendente, dudaba de mi diagnóstico, ¡¡¡ UN INCOMPETENTE!!!


La cuestión terminó con el traslado e ingreso de mi compañero Hp.


Mis sospechas se transformaron en realidad, a los pocos días, me devolvieron al pobre Hp con el mismo aspecto cansado, con esa tez gris oscura, con las mismas cicatrices y ni aún el polvo de sus teclas había desaparecido. El informe del técnico del “Seguro” vaga, sin contenido, insulsa, en definitiva no le habían hecho nada, según decía, su funcionamiento era correcto, -que sabrá de funcionamiento ese chapucero pensé, le tendrían que quitar el titulo- no le habían practicado ni una Resonancia ni un TAC, ni un análisis de circuitos, ni una mísera radiografía.


Ni que decir tiene, que nuestra asociación empeoró día a día, mi querido Hp, si, querido, porque al final de los débiles y de los enfermos nos acabamos encariñando, su pobre situación nos afecta y nos conmueve, les comprendemos, todos somos humanos… bueno Hp no, pero casi, sus reacciones, eran tan similares a las del resto de la gente…


Como decía, mi querido Hp no lograba mantenerme una conexión más de 30 minutos seguidos en el mejor de los casos, era incapaz de transcribir todo lo que le dictaba, y cada vez memorizaba peor todas mis instrucciones, él lo sabía, se daba cuenta de su enfermedad, se daba cuenta de su bajo rendimiento, de su torpeza, de su inutilidad, sabía que tras nuestras sesiones de trabajo de los miércoles, tenía que acudir a finalizarlas en mi PC de sobremesa, y creo que no lo soportaba.

¡Y ocurrió!


Ayer fue nuestra última sesión, cuando lo recuerdo manan las lágrimas de mis ojos, la escena fue no ya Dantesca, más aún, Bushescoaznariana.


Su incapacidad para ayudar en mi trabajo le estaba provocando una Depresión Mayor Muy Grave, se sentía inútil, vacío, incapaz de realizar y mantener una simple conexión con su colega de central, cansado y dolorido, cada vez que acariciaba sus teclas emitía un leve susurro de dolor ¡Se derrumbó!, después de varios y costosos intentos logró conectarse con nuestra central, pero estaba extenuado, veía su incompetencia y como cualquier ser humano se sentía frustrado, hundido en un agujero negro cibernético, incapaz de mantener la conexión por encima de unos segundos. Nuestros pacientes contribuían con sus comentarios a empeorar la situación, qué, no quiere trabajar ¿eh?, ¿se le ha caído la línea?, ¿está hoy perezoso?, ¡esto es el progreso¡… y frasecitas que tuvimos que aguantar estoicamente con una sonrisa en nuestros labios.


Quizás, lo que acabó por desmoronarle, fue que delante de nuestros pacientes tuviese que apartarlo y hacer uso de una hoja de papel y de un bolígrafo que dormía encima de la mesa. No lo debí hacer nunca.


Su reacción fue drástica, inmediata, fulminante, en el momento en que nos quedamos solos me hizo levantar, se agarró a mis manos con una fuerza que jamás me había mostrado y obligándome a alzar mis brazos se encaramó por encima de mi cabeza solo sujeto por los dedos índices y pulgares de mis manos ¡si!, con la intención de lanzarse al vacío, con la intención de desconectar sus circuitos para siempre, con la intención de terminar con la agonía de tantos años, o quizás no fueron tantos pero la relatividad del tiempo es evidente.


Mi reacción fue inmediata, por mi cabeza pasaron en una décima de segundo todas las imágenes de mi vid... no, lo que vi fue que mi compañero Hp luchaba por su liberación definitiva, pero luchaba desde el extremo de mis manos, claramente era un suicidio y yo le entendía, pero ¿lo entendería el resto del mundo?, ¿me harían cómplice de su muerte?, ¿me cobrarían su reparación?, ¿me harían comprar uno nuevo?.


La cordura entró en mi cerebro despejando los oscuros nubarrones que instaló en mí aquel nefasto individuo del “Seguro” y se hizo la luz, a tiempo de impedir que mi querido Hp volase por los aires en busca de su libertad.

Me disfracé de psicólogo y hasta le convencí, le susurre lo bonito de la vida, le hable de nuestra amistad, para al final hacerle recapacitar sobre su enfermedad y convencerle de la idoneidad de un correcto tratamiento que esta vez encontraríamos, en definitiva, le mentí.

El resto de la jornada discurrió por los mismos derroteros, con la minusvalía de Hp y la persistencia de comentarios soeces por parte de nuestros interlocutores.


Cuando quedamos a solas y con prácticamente todo el trabajo por hacer, la secuencia se repitió, en un momento de descuido volvió a subirse sobre mis manos arrancando al ratón (bionico) de su cordón umbilical, me imploró que le ayudase, que le subiese por encima de mi cabeza y le impulsase con todas mis fuerzas en un vuelo que nos liberaría a ambos y accedí.


Ya estaba iniciando el vuelo hacia las baldosas de gres de nuestro despacho de alquiler, cuando, la razón me iluminó de nuevo y evitó que mis dedos soltaran a mi inseparable compañero cuando este descendía, como un rayo de luz, a la altura de mis caderas.


Casi me destrozo la rodilla, todavía me duele, pero mi agilidad y coordinación lograron detener el golpe mortal con el que mi amigo Hp pretendía poner fin a una entrañable relación.


Mis posteriores pasos fueron rápidos y precisos, mirándole a los ojos fijamente me despedí y le prometí…. ya no recuerdo qué, lo apague a la brava sin seguir el protocolo indicado y en estos momentos me encuentro embalándolo de nuevo para que a través de la valija de mi empresa sea enviado a… no se a quien pero enviarlo donde quizás puedan ayudarle a comenzar una nueva vida lejos de la amenaza mis man...






Fotofrafía: acrílico sobre papel. Considerando. pfp

jueves, 1 de abril de 2010

Llanto de las virtudes y coplas a la muerte de Don Guido


Al fin, una pulmonía
mató a don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él: ¡din-dan!

Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.

Dicen que tuvo un serrallo
este señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo
y un maestro
en refrescar manzanilla.

Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza.

Y asentóla
de una manera española,
que fue casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus desvaríos.

Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
—¡aquel trueno!—,
vestido de nazareno.
Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerio.

Buen don Guido, ya eres ido
y para siempre jamás...
Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
Yo pregunto: ¿Qué llevaste
al mundo donde hoy estás?

¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?

Buen don Guido y equipaje,
¡buen viaje!...
El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.

¡Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los párpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!
¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal,
las yertas manos en cruz,
¡tan formal!
el caballero andaluz.

Antonio Machado





Fotografía: picaporte, Briones, Rioja. pfp