
jueves, 29 de abril de 2010
3º Concurso pequeño formato. VOTACIONES

martes, 27 de abril de 2010
3º Concurso pequeño formato. Relato nº15
Al entrar, cruzamos una sonrisa, aún tiemblo al recordarlo. Era alto, muy delgado, ojos de un marrón verdoso, una de esas miradas penetrantes que nunca he podido resistir porque su brillo gatuno me hipnotiza sin remedio. Entonces, pobre niña inexperta y cándida, no podía ni imaginar tanta crueldad agazapada.
Fotografía: tinta china sobre papel 35 x 50
dos. pfp
domingo, 25 de abril de 2010
3º Concurso pequeño formato. Relato nº14
sábado, 24 de abril de 2010
DIE ENTFÜHRUNG AUS DEM SERAIL.wolfang amadeus MOZART
jueves, 22 de abril de 2010
3º Concurso pequeño formato. Relato nº13
martes, 20 de abril de 2010
3º Concurso pequeño formato. Relato nº12
Fue en un brevísimo instante, mientras cruzaban un paso cebra que los unía en el anonimato de un destino incierto, que ambos se advirtieron.
Uno acababa de ser incomprensiblemente despedido. El Director de RR.HH de la corporación le comunicó que su ratio de rentabilidad había descendido inexplicablemente en los últimos meses, los mismos que hacía que su mentor, había sido promocionado a la Dirección de una nueva sede del Este de Europa. Muchos colegas habían advertido la animadversión que había causado desde el día de su incorporación al despacho, su manera desinhibida, casi provocativa, de mostrar su orientación sexual, aunque todo el mundo ensalzaba su brillante currículum de casos ganados con ejemplar profesionalidad.
El otro iniciaría una vez traspasado el umbral del egregio vestíbulo del más prestigioso bufete de la ciudad, una brillante carrera profesional que todo el mundo, desde su adinerado e influyente suegro, hasta su más que íntimo amigo, estaban convencidos que lograría, incorporándose al fin y después de varios Máster a sus espaldas, en el organigrama de tan distinguido y laureado despacho profesional.
Fue en un brevísimo instante, mientras cruzaban un paso cebra que los unía en el anonimato de un destino incierto, que se miraron a los ojos.
Uno no había tenido ni tiempo de recoger los objetos personales que tenía en la mesa del despacho, incluida la foto de su eterno novio, que desde que su mentor se había ido, le habían aconsejado que no mostrase tan abiertamente. Aun así el siguió pensando que si sus colegas mostraban con provocante orgullo, la foto de sus adorables esposas rodeadas de los hijos e incluso el perro, él también podía hacerlo con la de su novio, al fin y al cabo cinco años eran todo un record de permanencia más o menos estable, en su azarosa vida sentimental.
El otro con su mentón altivo y su decidido paso, no podía ni quería disimular a todo aquel que se cruzara por delante, el brillante porvenir que le esperaba después de tantos esfuerzos y tantos sacrificios, que incluían casarse con una chica más rica que mona y que no le interesaba más allá de cubrir un expediente siempre complicado, pero que prendida como estaba de él desde la adolescencia y ante la posibilidad que su más que influyente padre pudiese ayudarle en su incipiente carrera, le habían llevado a aceptar una boda que le permitiría situarse donde siempre quiso estar, sin renunciar a su intensa vida sentimental con todos los hombres que se propusiera.
Fue en un brevísimo instante, mientras cruzaban un paso cebra que los unía en el anonimato de un destino incierto, que uno siguió andando cabizbajo, apesadumbrado, con una multitud de preguntas sin respuesta martilleando y una cascada incesante de imágenes revolviéndose en su aturdido cerebro, mientras el otro aminoró el paso a la vez que giraba la cabeza para observarle por la espalda, esperando que aquel hombre joven y con un aire taciturno que le atraía, hiciera lo mismo. Estaba a punto de desistir, acostumbrado como estaba a no esperar tanto tiempo la casi certera complicidad con la presa, cuando el otro, sintiéndose observado, ladeo la cabeza para observarle, como tantas veces había hecho, ni que fuese por inquieta coquetería.
Cruzaron miradas que en otras ocasiones ambos hubieran interpretado a la perfección, pero que en esta se nublaron incomprensiblemente por un fugaz flash. Uno se vio asimismo dos años antes e incluso esa misma mañana cuando se dirigía como siempre al trabajo, con exultante orgullo mostrándose al mundo seguro de su reconocida valía y el otro creyó adivinar en ese rostro bello, pero apesadumbrado, el signo de la derrota, algo que nunca tendría cabida en su vida.
Fue en un brevísimo instante, cuando habían cruzado el paso cebra, que ambos tuvieron el absurdo y certero presentimiento de quienes eran en realidad e inmediatamente uno se giró bruscamente airado y no atisbó a ver al otro que apresurando el paso, se perdió entre la marea de gente que a esa hora se disponían a empezar la jornada laboral, en su signo muy íntimo de temor y debilidad que nunca jamás acostumbraba a mostrar en público.
Fue en ese brevísimo instante de apenas treinta segundos, que sus vidas se cruzaron, unieron y huyeron, en un paso cebra, delante de la sede central del más prestigioso bufete de abogados de la ciudad.
Fotografía: tinta china y acrílico sobre papel. Cebra. pfp
sábado, 17 de abril de 2010
3º Concurso pequeño formato. Relato nº11
Él nació antes, ella nació después. Los dos el mismo día, pero en distinto año. Coincidieron en el instituto. Él pensó que guardaba algo muy atractivo en las comisuras de sus labios, de sus ojos y sus piernas. Ella no pensó nada, pero quiso tener algo con él desde el día en que lo vio sonreír bobamente a una papelera. Acabaron enrollándose.
Se enamoraron obsesivamente, como sólo se hace la primera vez (y quizás la última). Borraron el resto del mundo durante unos minutos o una semanas. Creyeron que todo les predestinaba a la perfección, que habían nacido el uno para el otro. Un tiempo más tarde ya no tenían nada que ver y no supieron explicárselo. No se querían. Ya está. Ninguno de los dos lloró por la pérdida.
Algunos años más tarde, algunos hombres y mujeres más tarde, acabaron viéndose de nuevo. Por supuesto fue un encuentro casual. Él dijo que había cambiado, ella pensó que había cambiado. Empezaron de nuevo. Pensaron que ahora sí sería definitivo. Él estuvo aburrido, ella todavía ilusionada.
Se quisieron, se maltrataron con la suavidad que usan algunos amantes.Y finalmente, sin ningunas ganas de contacto físico, se saludaron en la lejanía. Acabaron evitándose, cuando se cruzaban en las calles de su ciudad, testigos enojosos de un relato que no habían sabido forjar.
jueves, 15 de abril de 2010
3º Concurso pequeño formato. Relato nº10
miércoles, 14 de abril de 2010
cazadoras de cabezas, Salomé

domingo, 11 de abril de 2010
3º Concurso pequeño formato. Relato nº9
jueves, 8 de abril de 2010
3º Concurso pequeño formato. Relato nº8
El astro la encandiló tanto, que ya no pudo distinguir
verdad de mentira, realidad de ficción.
junto a las pastillas y el alcohol, el mouse
domingo, 4 de abril de 2010
3º Concurso pequeño formato. Relato nº7
Nuestra relación, comenzó hace un par de años, o menos, o quizás más, es igual, no es importante el tiempo transcurrido si no la intensidad de la vivencia.
Como decía, todo comenzó un día con la recepción de un paquete, que me fue enviado desde la sede central de mi empresa.
El paquete, contenía un maletín con un PC portátil en su interior. Complementaba el envío un cargador, un ratón de larga cola (cibernético, se entiende), una unidad de memoria externa y algún cable de conexión telefónica.
En el momento de las presentaciones le noté frío, se identificó como el Sr. Hp, sin nombre, sin modelo, sin número de serie, en definitiva sin ningún detalle que identificase su alcurnia, solo un apellido y bastante común.
Su tez, gris oscura y con varias cicatrices, me indicaban su madurez. Contaría con un portátil experimentado y que seguramente había batallado en muchos despachos médicos, la experiencia siempre es un grado pensé, pero su aspecto cansado me preocupó.
Tengo que confesar que desde el primer momento, mi impresión no fue buena, quizás esta intuición restó confianza a nuestra relación, pero no me equivoqué.
Todo lo que le pedía lo realizaba con gran lentitud, le costaba una eternidad conectarse con su ordenador jefe, todos los datos que le dictaba los transcribía a regañadientes, escribiendo hora sí hora no, ahora deprisa, ahora me paro, en fin, pensaba que se cachondeaba de mí, pero como tengo una paciencia como la del señor Job, (que yo creo que no está santificado) y no contaba con otros recursos, tuve que continuar nuestra relación, intentando hablarle con dulzura y explicarle que teníamos que hacer un tandem para la buena marcha de la empresa y de nuestra salud.
Pero no mejoró, incluso diría que su actitud fue empeorando, desconectándose sin previo aviso, con la consabida perdida de datos y la necesaria repetición del trabajo ya efectuado. Nuestra relación empeoraba día a día y empezó a convertirse en un tormento.
Un día, mirándole cara a cara, después de una de sus desconexiones a la brava, me pareció que mi compañero estaba enfermo. Mala cara, tenía desde el primer día, esa tez gris, esas cicatrices, ese aspecto de batallas perdidas, ese polvillo entre sus teclas, en fin, me afloró mi lado médico y le hice una anamnesis completa, el diagnóstico ¡claro!, sin pruebas complementarias pero ¡claro y evidente! ¿cómo no me di cuenta desde un principio? su clínica era de libro, mi querido Hp padecía un SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA.
Mis sentimientos cambiaron.
Sin tiempo que perder, pedí que fuese remitido al mejor especialista en la materia, en cambio, en mi empresa, pensaron que era suficiente con el del “Seguro”.
El del “Seguro”, acudió a mi consulta para reconocer a Hp. En esos momentos unos oscuros nubarrones nublaron mi mente, el del “Seguro” en cuestión (estoy convencido que no tenía especialización y que cubría la baja del titular o como mucho cubría el puesto de forma interina), no me transmitió ni la más mínima confianza, fue anodino, intrascendente, dudaba de mi diagnóstico, ¡¡¡ UN INCOMPETENTE!!!
La cuestión terminó con el traslado e ingreso de mi compañero Hp.
Mis sospechas se transformaron en realidad, a los pocos días, me devolvieron al pobre Hp con el mismo aspecto cansado, con esa tez gris oscura, con las mismas cicatrices y ni aún el polvo de sus teclas había desaparecido. El informe del técnico del “Seguro” vaga, sin contenido, insulsa, en definitiva no le habían hecho nada, según decía, su funcionamiento era correcto, -que sabrá de funcionamiento ese chapucero pensé, le tendrían que quitar el titulo- no le habían practicado ni una Resonancia ni un TAC, ni un análisis de circuitos, ni una mísera radiografía.
Ni que decir tiene, que nuestra asociación empeoró día a día, mi querido Hp, si, querido, porque al final de los débiles y de los enfermos nos acabamos encariñando, su pobre situación nos afecta y nos conmueve, les comprendemos, todos somos humanos… bueno Hp no, pero casi, sus reacciones, eran tan similares a las del resto de la gente…
Como decía, mi querido Hp no lograba mantenerme una conexión más de 30 minutos seguidos en el mejor de los casos, era incapaz de transcribir todo lo que le dictaba, y cada vez memorizaba peor todas mis instrucciones, él lo sabía, se daba cuenta de su enfermedad, se daba cuenta de su bajo rendimiento, de su torpeza, de su inutilidad, sabía que tras nuestras sesiones de trabajo de los miércoles, tenía que acudir a finalizarlas en mi PC de sobremesa, y creo que no lo soportaba.
¡Y ocurrió!
Ayer fue nuestra última sesión, cuando lo recuerdo manan las lágrimas de mis ojos, la escena fue no ya Dantesca, más aún, Bushescoaznariana.
Su incapacidad para ayudar en mi trabajo le estaba provocando una Depresión Mayor Muy Grave, se sentía inútil, vacío, incapaz de realizar y mantener una simple conexión con su colega de central, cansado y dolorido, cada vez que acariciaba sus teclas emitía un leve susurro de dolor ¡Se derrumbó!, después de varios y costosos intentos logró conectarse con nuestra central, pero estaba extenuado, veía su incompetencia y como cualquier ser humano se sentía frustrado, hundido en un agujero negro cibernético, incapaz de mantener la conexión por encima de unos segundos. Nuestros pacientes contribuían con sus comentarios a empeorar la situación, qué, no quiere trabajar ¿eh?, ¿se le ha caído la línea?, ¿está hoy perezoso?, ¡esto es el progreso¡… y frasecitas que tuvimos que aguantar estoicamente con una sonrisa en nuestros labios.
Quizás, lo que acabó por desmoronarle, fue que delante de nuestros pacientes tuviese que apartarlo y hacer uso de una hoja de papel y de un bolígrafo que dormía encima de la mesa. No lo debí hacer nunca.
Su reacción fue drástica, inmediata, fulminante, en el momento en que nos quedamos solos me hizo levantar, se agarró a mis manos con una fuerza que jamás me había mostrado y obligándome a alzar mis brazos se encaramó por encima de mi cabeza solo sujeto por los dedos índices y pulgares de mis manos ¡si!, con la intención de lanzarse al vacío, con la intención de desconectar sus circuitos para siempre, con la intención de terminar con la agonía de tantos años, o quizás no fueron tantos pero la relatividad del tiempo es evidente.
Mi reacción fue inmediata, por mi cabeza pasaron en una décima de segundo todas las imágenes de mi vid... no, lo que vi fue que mi compañero Hp luchaba por su liberación definitiva, pero luchaba desde el extremo de mis manos, claramente era un suicidio y yo le entendía, pero ¿lo entendería el resto del mundo?, ¿me harían cómplice de su muerte?, ¿me cobrarían su reparación?, ¿me harían comprar uno nuevo?.
La cordura entró en mi cerebro despejando los oscuros nubarrones que instaló en mí aquel nefasto individuo del “Seguro” y se hizo la luz, a tiempo de impedir que mi querido Hp volase por los aires en busca de su libertad.
El resto de la jornada discurrió por los mismos derroteros, con la minusvalía de Hp y la persistencia de comentarios soeces por parte de nuestros interlocutores.
Cuando quedamos a solas y con prácticamente todo el trabajo por hacer, la secuencia se repitió, en un momento de descuido volvió a subirse sobre mis manos arrancando al ratón (bionico) de su cordón umbilical, me imploró que le ayudase, que le subiese por encima de mi cabeza y le impulsase con todas mis fuerzas en un vuelo que nos liberaría a ambos y accedí.
Ya estaba iniciando el vuelo hacia las baldosas de gres de nuestro despacho de alquiler, cuando, la razón me iluminó de nuevo y evitó que mis dedos soltaran a mi inseparable compañero cuando este descendía, como un rayo de luz, a la altura de mis caderas.
Casi me destrozo la rodilla, todavía me duele, pero mi agilidad y coordinación lograron detener el golpe mortal con el que mi amigo Hp pretendía poner fin a una entrañable relación.
Mis posteriores pasos fueron rápidos y precisos, mirándole a los ojos fijamente me despedí y le prometí…. ya no recuerdo qué, lo apague a la brava sin seguir el protocolo indicado y en estos momentos me encuentro embalándolo de nuevo para que a través de la valija de mi empresa sea enviado a… no se a quien pero enviarlo donde quizás puedan ayudarle a comenzar una nueva vida lejos de la amenaza mis man...
jueves, 1 de abril de 2010
Llanto de las virtudes y coplas a la muerte de Don Guido
Al fin, una pulmonía Murió don Guido, un señor Dicen que tuvo un serrallo Cuando mermó su riqueza, Y asentóla Gran pagano, Buen don Guido, ya eres ido ¿Tu amor a los alamares Buen don Guido y equipaje, ¡Oh las enjutas mejillas,
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Fotografía: picaporte, Briones, Rioja. pfp