
"Cada vez que un artista, mediante su obra, funda una dimensión nueva de lenguaje, implica la comprensión de lo real y su manifestación. Es como si de repente se aclarase una espesa niebla y, a través de un desgarrón de ésta, como una brecha en la pared, se entreviera otra vez más allá de la barrera, de un modo claro.
Lo que de nuevo se manifiesta y vuelve a ser distinguible, dispuesto a la comprensión , es el mundo mismo, en cuya complejidad de signos continuamente conjugados, sobreviene de modo periódico un insoportable extravío.
La larga permanencia en el malestar que ello provoca induce al artista a encontrar una salida. (...)
La fuerte sugestión que deriva de la observación de las fotos de Ugo Mulas y de otros fotógrafos que retratan a Lucio Fontana en el acto de perforar el lienzo, o los detalles mismos del gesto, su realización temporal, cómo Fontana empuña los utensilios (punzón cuchilla), el movimiento cuando vibran los golpes, que parecen gestualidades míticas de un ritual liberatorio, que mediante un acto violento definitivamente modificador de la persistencia, hasta entonces amenazadora de un diafragma opresor y delimitador, entre él y la realidad.
Aunque si se observa bien, lo que Fontana con sus gestos golpea implacablemente, hasta las vísceras, es el "monstruo mismo de la representación". Hasta tal punto que, mientras lacera el "telón de fondo" de ésta , se le presenta simultáneamente, el espacio que está detrás de lo real, el que se interponía ocultándolo.
Ese espacio de apariencia banal de un vacío que se ensancha de repente y que, sin embargo, Fontana sabe reconocer finalmente como la nueva espacialidad -como Colón en el océano cuando divisa la tierra del nuevo continente- marca el final de una interminable odisea y el comienzo de una nueva navegación en el arte."
Bruno Corà. Memoria del futuro. Arte Italiano desde las primeras vanguardias a la posguerra.
Centro de Arte Reina Sofía.
Fotografía: Obra de Lucio Fontana. "Venice moon"