lunes, 25 de febrero de 2008

una noche en la ópera


En el entreacto volví a verlo, se paseaba despacio y tristísimo entre la gente que incómoda intentaba pasar de su presencia desconcertante. En la mano derecha llevaba una copa de champan y del brazo izquierdo colgaba un bolso de charol negro. Se paró delante de la gran terraza cerrada y sacó una maquina digital, buscó con la mirada a alguien que le hiciera una foto...
Esa tarde, yo lo había visto salir de casa de su madre con una gran bolsa, de esas que sirven para meter ropa colgada de una percha, lo seguí disimuladamente hasta su casa. Al cabo de un rato salió otra vez, con barba de todo el día, con sus cuatro pelos largos mal peinados en esa cabeza demasiado grande para su cuerpo menudo, llevaba puesto un traje largo de seda rosa, un collar de perlas alrrededor de su ancho cuello, una americana gris ajustada y botines negros de tacón alto a juego con el bolso.

miércoles, 20 de febrero de 2008

un hombre viaja muerto siete horas en un vagón de metro


No era hora punta pero los asientos del vagón estaban ocupados, a medida que llegabamos a las estaciones, la gente se levantaba y salía pero yo siempre estaba descolocada y no lograba sentarme.
Me apoyé en una barra vertical del vagón y miré a los cuatro ocupantes de los asientos más próximos, aposté conmigo misma quien se levantaría primero, me decidí por un señor de edad que viajaba recostado en la ventanilla, perdí. En la estación siguiente se levantaron de golpe los otros tres.
Me senté en el sentido de la marcha al lado del hombre que me había hecho perder la apuesta, no había indicio de que fuera a levantarse así que abrí la novela y tuve tiempo de terminarla antes de llegar a mi destino.